miércoles, 31 de enero de 2007

Rebelión en Hungria contra el comunismo

En Octubre de 1956, otoño europeo, tras una década de gobiernos comunistas fuertemente ligados a la U.R.S.S., el proceso de “desestalinización” promovido por Kruschev dio oportunidad a que surgieran en Budapest numerosas expresiones críticas al comunismo, encabezadas por intelectuales que habían sido encarcelados por el gobierno de Matías Rakosi y liberados como resultado de la política que llevaba a atacar las acciones de Stalin y sus aliados.

La noticia de los sucesos ocurridos en Polonia desató, el 23 de octubre de 1956 una manifestación estudiantil en Budapest, en que se reclama libertad de palabra y libertad de cultos. Los disturbios estallaron cuando una delegación de los manifestantes que se dirigía hacia los estudios de Radio Budapest para requerir la emisión de una proclama, fueron detenidos por la Policía Estatal, que comenzó a disparar contra la multitud. Al anochecer, los disturbios abarcaban toda la ciudad y era derribada una estatua de Stalin.

El 24 de octubre las fuerzas policiales fueron reforzadas con el ingreso a la ciudad de Budapest de 10.000 tropas soviéticas provistas de tanques. Frente al edificio del Parlamento las fuerzas de la Avos y las tropas soviéticas volvieron a disparar contra la multitud, resultando más de 1.000 víctimas.

El ejército húngaro se unió a los rebeldes a los que entregó armas. Algunos tanques de guerra con la bandera húngara bombardearon edificios en poder de la A.V.H. La lucha se generalizó en toda la ciudad, y fue especialmente encarnizada con los miembros de la A.V.H.

Erno Gero fue separado del gobierno, asumiendo Imre Nagy. Los sublevados exigieron el retiro total de las tropas soviéticas de todo el territorio húngaro.

Al día siguiente, Imre Nagy anunció que negociaría el retiro de las tropas soviéticas, en tanto que Janos Kadar, que había sido Ministro del Interior durante el proceso a Mindszenty, fue nombrado Jefe del Partido Comunista. Se produjeron disturbios y combates en las provincias. Para el día 27, se consideraba que los rebeldes dominaban gran parte del territorio húngaro. El día 28 Imre Nagy anunció que los soviéticos se retirarían de Budapest.

El día 30 de octubre, luego de haber demorado su retiro requiriendo que los rebeldes entregaran sus armas - a lo que ellos se negaran - el ejército soviético inició su retiro de la ciudad, que quedó en manos de los sublevados. El ejército húngaro estaba plenamente adherido al levantamiento popular. La aviación húngara anunció que bombardearía a los tanques soviéticos si no salían efectivamente de la ciudad en las siguientes 12 horas.

El cuartel general de la Policía del Estado y la sede central del Partido Comunista en Budapest, fueron atacados por las fuerzas rebeldes. Fue liberado el Cardenal Mindszenty; al tiempo que el Gobierno de la U.R.S.S. anunciaba su disposición a negociar el retiro de sus tropas de Polonia, Hungría y Rumania. Los tanques soviéticos continuaron la evacuación de Budapest durante el día 31 de octubre, al tiempo que en la ciudad cundía el alborozo. Imre Nagy propuso que Hungría pasara a ser un Estado neutral según el modelo de Austria.

EL CONTRAATAQUE SOVIÉTICO
El 1º de noviembre se supo que los tanques soviéticos habían tomado posiciones en las afueras, rodeando la ciudad de Budapest y apoderándose del aeropuerto. Estaciones de radio clandestinas informaron que desde Checoslovaquia, Rumania y Ucrania llegaban refuerzos de tropas soviéticas. Imre Nagy presentó una protesta ante el embajador soviético Yuri Andropov (que luego ocuparía altas posiciones en la U.R.S.S.) y emitió un discurso por radio, pidiendo la protección de las Naciones Unidas para la proclamada neutralidad húngara.

El Mayor Pal Maleter, considerado héroe de la revuelta, fue designado Ministro de Defensa. El 2 de noviembre ingresaron al territorio húngaro varias divisiones del ejército soviético, que cerraron la frontera con Austria.

El 3 de noviembre, el Ministro de Defensa, Mayor Pal Maleter, comenzó negociaciones con el Gral. Malinin, comandante de las fuerzas soviéticas, para obtener el retiro de esas fuerzas.
En la madrugada del 4 de noviembre, los soviéticos iniciaron una ofensiva con cientos de tanques que penetraron en Budapest y ocuparon todos los cruces importantes de la ciudad. Las conversaciones con Maleter fueron canceladas por los militares soviéticos.

A partir de ese momento, los rebeldes intentaron por todos los medios comunicarse con los países occidentales. Por teletipo anunciaron que aviones MIG volaban sobre Budapest. Los puntos de concentración de los rebeldes eran cañoneados y se anunciaba el bombardeo aéreo de la ciudad, si no cesaba la resistencia.

El Cardenal Mindszenty se asiló en la Embajada de los EE.UU. e Imre Nagy lo hizo en la Embajada de Yugoslavia. Quedó al frente del Gobierno Janos Kadar, que asumió una actitud de colaboración con las fuerzas soviéticas, pidiendo a la población que ayudara a las tropas a “aplastar la contrarrevolución”.

Durante los días 5 y 6 de noviembre se sucedieron los combates en las calles de Budapest. Los rebeldes, practicamente sin armas, utilizaron hábiles estratagemas: colocaban platos boca abajo en las calles, para que los conductores de los tanques soviéticos creyeran que eran minas y se detuvieran, tras lo cual eran inmovilizados por atacantes a pié, insertándoles barras metálicas en sus carriles, en tanto otros rebeldes solitarios subían a ellos y les arrojaban en su interior los llamados “cóctails Molotov” (botellas de nafta con una mecha de tela, encendida).

Las radios rebeldes comenzaron a emitir desesperados pedidos de ayuda exterior preguntando "¿Qué se sabe de la ayuda?".

El 7 de noviembre la radio rebelde emitió un estremecedor mensaje de despedida y acalló su transmisión. Los rebeldes resistían el avance soviético casa por casa. Grandes cantidades de refugiados comenzaron a llegar a Austria.

Entre los días 8 a 10 de noviembre, gran cantidad de incendios ardían en una Budapest cuyas calles estaban cubiertas de escombros y de restos de tanques y vehículos del ejército soviético destruídos en los combates. Centenares de cadáveres de los combatientes, eran rociados con cal viva para evitar epidemias. Se sucedían los saqueos por parte de las tropas soviéticas, que procuraban privar a los habitantes de todo alimento.

Entre el 11 y el 15 de noviembre, unos 10.000 húngaros fueron deportados hacia campamentos soviéticos de trabajo forzado. El país estaba paralizado por una huelga general, mientras subsistían focos de resistencia en las provincias, y de vez en cuando se reavivaba la lucha en Budapest. En una isla del Danubio era destruído lo que se consideraba el último foco de resistencia húngara.

El 17 de noviembre, mientras persistía la huelga general, el Primer Ministro Janos Kadar declaró que no se suministrarían alimentos a los habitantes de Budapest mientras no terminara la huelga. Hacia el 20 de noviembre, habían retornado al trabajo un 25% de los huelguistas; mientras la ciudad carecía de carbón y electricidad para combatir el ya intenso frío.
El 22 de noviembre, noticias de prensa aseguraban que el Gral. Iván Serov, jefe de las fuerzas de seguridad de la U.R.S.S. se había hecho cargo del gobierno en Budapest. El 23 de noviembre Imre Nagy se retiró de la Embajada Yugoeslava con un salvoconducto, pero desapareció inmediatamente, al parecer secuestrado por los soviéticos. Dos días después, se afirmaba que estaba en Rumania.

El 25 de noviembre un denominado “Consejo Obrero de Budapest” pidió la terminación de la huelga general, diciendo que el gobierno de Janos Kadar ofrecía el retorno de Imre Nagy y el retiro de los soviéticos. Esos ofrecimientos no se concretaron, pero a partir del 27 la huelga general se extinguió lentamente.

Según informes de prensa, había 80.000 refugiados húngaros en Austria. Hacia fines de noviembre subsistían algunos focos aislados de resistencia en las provincias húngaras, y las tropas soviéticas continuaban efectuando detenciones de húngaros acusados de haber participado en la revuelta.

LAS REACCIONES EN EL EXTERIOR
Las noticias del alzamiento de Hungría, y especialmente las del contraataque soviético suscitaron fuertes reacciones en el mundo no comunista. Sin embargo, casi no hubo reacciones de los Estados europeos y de los Estados Unidos, ni a nivel diplomático ni mucho menos, militar. Hungría era un territorio de la esfera de influencia soviética y auxiliar la rebelión de Budapest hubiera alterado muy gravemente los equilibrios de la Guerra Fría, especialmente en ese momento.

En muchas ciudades occidentales hubo manifestaciones multitudinarias. En París los manifestantes incendiaron el local del diario comunista “L'Humanité” y las oficinas del Partido Comunista. En varias ciudades europeas los estudiantes lucieron en sus ropas bandas de luto.
En las Naciones Unidas - a la sazón divididas a raíz de la crisis del Canal de Suez - se mantuvo silencio durante la primera fase del alzamiento; pero al conocerse el contraataque soviético y el llamamiento de Imre Nagy hubo un modesto intento de crear una misión de observación, que no prosperó al no ser apoyada por los países árabes y asiáticos. A pesar de ello, al conocerse las deportaciones, los “no alineados” depositaron en la O.N.U. una moción para formular una petición a los soviéticos para que suspendieran las deportaciones de ciudadanos húngaros.
El prestigioso escritor español Salvador de Madariaga, en un editorial publicado en el diario “Times” de Nueva York, reprochó abiertamente a EE.UU. y Gran Bretaña, afirmando que no intervenían a favor de los patriotas húngaros porque en Yalta habían entregado Hungría a la U.R.S.S., y por temor a la bomba atómica rusa.

Luego del conflicto, las Naciones Unidas organizaron un plan de ayuda a los refugiados húngaros. Numerosas entidades como la Cruz Roja Internacional y el International Care Relief, establecieron planes de asistencia alimenticia y sanitaria. Francia, Gran Bretaña y EE.UU. suspendieron sus requisitos de inmigración para permitir el ingreso de varios miles de ellos.
Algunos notorios comunistas de occidente reaccionaron indignados contra los sucesos de Budapest. El más destacado fue el escritos francés Jean-Paul Sartre, que renunció publicamente el Partido Comunista.

En Yugoeslavia, el conocido revolucionario comunista Milovan Djilas envió una carta a una revista norteamericana afirmando que la revolución húngara, aún derrotada, significaría el principio del fin del comunismo. El jefe del gobierno yugoeslavo, el Mariscal Tito, que años antes se había enfrentado a la dirección de Moscú, condenó la desaparición de Imre Nagy y las acciones del ejército soviético en Budapest.

Curiosamente, como un efecto colateral, la rebelión húngara repercutió algunos años después en el desarrollo industrial de América del Sur: una importante cantidad de técnicos muy calificados de las fábricas húngaras, refugiados durante ella, se incorporaron a la en aquel entonces naciente industria brasileña de fabricación de automóviles y camiones, en São Paulo

viernes, 26 de enero de 2007

VENEZUELA LIBRE, SOBERANA Y CONCIENTE


Hola a todos: Sé que no escribo mucho pero ahora creo que esun buen momento para hacerlo. Ustedes saben el gran cariño que le tengo al pueblo de Venezuela pues mecase con uno de ustedesy hasta el día de hoy, he sido muy feliz. Yo quería decirles algo que talvez ahora les suene muy loco, pero nadapierden con intentarlo yaque han intentado otras cosas y desgraciadamente no han funcionado.

Para esto quiero explicarles un poco acerca del poder del pensamiento. " El pensamiento es la energía más poderosa con la que cuenta el ser humano, la mente o conciencia humana es la creadora de todo lo que nos pasa a nuestro alrededor bueno o malo ".

Los pensamientos forman la realidad en la que vivimos, por eso no hay victimas en el mundo, sólo hay CREADORES DE REALIDADES. Si ustedes pudieran salir de ustedes mismos y ver en una película lo que piensan todo el día, sabiendo conscientemente que los pensamientos es lo único real, entonces entenderían por qué les pasan tantas cosas buenas o malas. Háganlo obsérvense un día, sólo por un día anoten todos sus pensamientos y verán por qué tenemos la realidad que tenemos.

Dios es menos complicado de lo que pensamos. El simplemente nos dio el libre albedrío para que elijamos lo que queramos ser en todo momento, y Cómo elijo? con mis pensamientos. Mis pensamientos me hacen sentir mal o bien, feliz o infeliz, en amor u odio. Nadie me dijo jamás que el control sobre mi mismo lo tenía yo. y es por eso que jamás hemos controlado a nuestra mente, nos ha tomado por completo. Y a todo esto les digo lo siguiente, que a lo mejor de momento le parecerá bastante loco, pero que espero que les dé esperanza para seguir adelante. Vienen muchos cambios mundiales y créanlo o no el mundo va hacia un mejor futuro, dicen las profecías que caerán los gobernantes inconscientes y surgirán líderes mucho más conscientes. Yo tengo mucha Fe que esto pasará, el mundo va hacia un Nuevo rumbo, pero sólo los valientes, conscientes y positivos lo ven, el resto de la humanidad está dormida, y digo dormida porque viven en un sueño que se ha vuelto una pesadilla.. Y todos contribuimos a eso... siiiiiii. tú y todos, porque como lo dije los pensamientos son creaciones y cuando yo pienso "maldito país o malditoChávez o maldito gobierno",es como si le dijera al cosmos: "manifiéstalo"... Ya han dicho muchas cosas feas en contra del gobierno y en contra de sulíder, sé perfectamente que es un ser inconsciente que se ha dejado llevar por su parte física y que parece un caballo desbocado corriendo hacia su propia muerte, sin embargo la forma de quitarlo no es maldiciéndolo o dándole poder. De qué se habla todo el día en Vzla? de Chávez. Lo han hecho grande y poderoso. Piénsenlo. Lo han hecho grande y poderoso. Pero la lección ya ha sido aprendida y ahora es tiempo de que se vaya. Y la única manera en la que lo lograran sera cambiando USTEDES MISMOS!!!

Cambien, No le sigan dando poder, no lo tomen en cuenta, no piensenen él, y enfóquense únicamente en este pensamiento: VENEZUELA LIBRE, SOBERANA Y CONCIENTE. Un ser consciente es mucho más poderoso que billones de inconscientes y el ser consciente es aquel que se conoce, que se observa, que esta lleno de amor y no de odio y que se sabe hijo de Dios. Un ser consciente no teme o duda de su poder, un ser consciente sólo espera el momento correcto para ver sus creaciones hechas realidades. La corte celestial, y me refiero a todos los SERES DE LUZ que ayudan a la humanidad, está mandando mucha luz a Venezuela, pero es a través de sus pensamientos que ellos pueden actuar o no.. Sino elevan todos en unión sus pensamientos en amor, verdad, libertad y justicia, ellos no pueden hacer nada, porque entonces no lo están eligiendo, estarán eligiendo entonces odio, miedo y frustración. NO LO HAGAN, CÁMBIENLO, PIENSEN EN UNA VENEZUELA LIBRE. La misión que escogieron no es fácil salir de lo convencional para hacerse más fuertes. Ustedes son los que ahora tienen que hacer un ejercicio mental fuerte y mantener un solo pensamiento: VENEZUELA LIBRE, SOBERANA Y CONCIENTE Sin desesperarse, con paciencia y amor, no ustedes solamente como pueblo si no el mundo entero no puede tener un retroceso como el Comunismo/ Socialismo. El que Vzla acepte esta posición afecta a todo el mundo, porque todos somos uno.. Todos vivimos emergidos en el cuerpo de Dios y lo que haga uno afecta al otro, por eso en unión pidan que el país se envuelva en color verde y que salga la verdad a relucir. Y no olviden, un ser consciente es mucho más fuerte que miles inconscientes. Sólo prueben esta vez de manera diferente y si no me creen, pruébenlo en ustedes. De cualquier manera, una señal del cielo vendrá y aumentara su Fe. Todos somos uno y no queremos que piensen que Vzla ha sido olvidada. Lo único que pedimos es que nos den las herramientas para poder actuar, que nos ayuden a cambiar el rumbo de Vzla y lo único que solicitamos es que cambien ustedes y que mantengan un solo pensamiento, sin miedo, sin odio, sin resentimiento, con toda la seguridad de que ya es: VENEZUELA LIBRE, SOBERANA Y CONCIENTE No importa que en apariencia la inconsciencia haya ganado, es sólo una APARIENCIA no tiene que ser verdad, la verdad es mucho más poderosa y fuerte. Los amamos y deseamos con toda nuestra fuerza universal que podamos ver desde arriba la luz de sus pensamientos. Espero que este mensaje les dé esperanza y que esta situación los lleve a un nivel de conciencia mayor. Desde México les digo que estamos con ustedes en oración y que muchos seres de aquí ya nos hemos unido al único pensamiento que por ahora debe de existir: Venezuela Libre

Un favor, no piensen en el Cómo va a llegar Vzla a ser libre, esa no es su labor si no de Dios y de los Seres de Luz, su trabajo en mantener el pensamiento en alto. Un beso y con todo mi cariño esperemos tener noticias de amor y verdaden Vzla. Y no olviden repartir el mensaje pues viene de altas esferas lumínicas. ¡Gracias, Seres de Luz!!

miércoles, 24 de enero de 2007

DERECHO DE PROPIEDAD y ROL DEL ESTADO

Reafirmamos: El derecho a la propiedad privada se origina en la libertad del hombre y reposa en ella. Por tanto, la abolición de la propiedad particular implica la negación de la misma libertad del hombre.

Cada hombre, impulsado por el legítimo afán de superación, procura proveer a sus necesidades personales y familiares, beneficiando así a todo el cuerpo social. El amor a sí mismo y a la familia está en armonía con el amor a la patria y al género humano.

Conculcar el derecho a la propiedad supone opresión para los individuos porque ataca la libertad y todos los demás derechos individuales quedan sometidos al arbitrio despótico del Estado. Suprimir la iniciativa particular genera la tiranía política.

Por fundarse en la naturaleza humana, el derecho a la propiedad posee validez universal. La legitimidad de la propiedad, extendida inclusive a los bienes de producción, debe ser reconocida en todo tiempo y lugar. Nada de lo que aquí se sostiene contradice la función social del derecho de propiedad que, como todo derecho, obviamente posee; pero no puede aceptarse que esa función social sea concebida de modo tal que sirva de pretexto para extinguir el mismo derecho.


Marx y Engels, en el "Manifiesto Comunista", afirman:

"Podemos resumir nuestra doctrina con esta proposición:
abolición de la propiedad privada".


En vez de admitir que el hombre constituye una realidad espiritual, un fin en sí mismo, un agente libre y responsable, sujeto de derechos inalienables; la persona es considerada por el marxileninismo como un medio o un simple instrumento al servicio de fines supraindividuales. Así, el individuo existe sólo para la sociedad y debe producir para la colectividad.

Quienes nos oponemos a la antinatural e injusta doctrina marxileninista debemos tener bien presente la legitimidad del derecho de propiedad, de la libre iniciativa, del lucro y del principio de subsidiariedad.

El hombre debe ser valorado en su dignidad plena y jamás deberá admitirse que sea convertido en instrumento al servicio del Estado.

La estatización de la economía y el desconocimiento de la fecundidad propia de la libre iniciativa particular arruina la producción y conduce inexorablemente a la miseria. Para confirmar la veracidad de esta afirmación, están a la vista los diversos ejemplos de fracaso estrepitoso de los regímenes socialistas, desde los países de Europa oriental hasta la actual Cuba castrista.

El desarrollo integral sólo es viable en un régimen basado en la plena vigencia del derecho de propiedad privada. Hoy, la excesiva intervención del estado y la estructura sindical marxileninista asfixian la economía e impiden superar las barreras del subdesarrollo.

Frente a la injusta concepción transpersonalista del marxileninismo, que desemboca en un totalitarismo liberticida, es preciso reafirmar que el Estado debe cumplir subsidiariamente únicamente aquellas funciones que excedan las fuerzas de las personas particulares y de las asociaciones privadas. Exorbitar las funciones del Estado y asfixiar la actividad particular supone la violación de derechos y ello, además de lesionar la justicia, atenta contra el bien común.-

Prof. Alexander TORRES MEGA - Dir. Resp. de FLASHESCulturales

E mail: Flashes@adinet.com.uy

EL DERECHO DE PROPIEDAD y SANTO TOMÁS DE AQUINO

"La propiedad privada es la mejor garantía para una sociedad pacífica y ordenada debido a que provee los máximos incentivos para un uso responsable de ella.

El riesgo asociado con traer bienes de donde son abundantes a donde son escasos justifica el beneficio mercantil.

"Es legítimo que el hombre tenga propiedades...

Los asuntos humanos son conducidos de un modo más ordenado si cada hombre se encarga del cuidado personal de algunas cosas concretas, mientras que, por el contrario, existiría desorden si cada uno tuviese que cuidar de todas las cosas."

Santo Tomás de Aquino (1225–1274)


El pensamiento económico de Aquino es inseparable de su comprensión de la ley natural. Entendió la ley natural como una ética derivada de las características fundamentales del ser humano. Esas características pueden ser entendidas como la voluntad de Dios para la creación. Así, un acto ilegítimo sería aquel que pervirtiera los designios de Dios respecto a una parte de su creación.

De acuerdo con Aquino, las transacciones económicas deben ser consideradas dentro de este marco, puesto que son un intento humano de adquirir materias que provee la naturaleza para lograr ciertos fines.

La propiedad privada es una institución económica deseable porque complementa el deseo interno del hombre por el orden.

"Por lo tanto la propiedad no es contraria a la ley natural" , escribe Aquino en la Summa Theologica, "sino un añadido creado por la razón humana".

Sin embargo, el Estado tiene autoridad para asegurar el marco legal que permite la vida comercial, haciendo cumplir la ley, prohibiendo el robo, la violencia y el fraude.

El derecho civil es el producto de una reflexión sobre la ley natural.

Santo Tomás explicó que la propiedad privada es la mejor garantía para una sociedad pacífica y ordenada, debido a que provee los máximos incentivos para un uso responsable de la propiedad.

Para Aquino, el comercio en sí mismo no es malo sino que, más bien, su valor moral depende de los motivos y la conducta del comerciante. Además, el riesgo asociado con traer bienes de donde son abundantes a donde son escasos justifica el beneficio mercantil. Sin perjuicio de ello, el comerciante debe dirigir sus beneficios hacia fines virtuosos.


Fuentes: Tomás de Aquino, Summa Theologica,
Benziger Bros, 1947; y D.J. Kennedy (director)
Tomás de Aquino en la Enciclopedia Católica,
Compañía Robert Appleton, 1912.

La Summa Theologica, obra maestra de Santo Tomás,
culminación de su intento de sintetizar la filosofía Aristotélica
con la teología Cristiana, desgraciadamente, quedó inconclusa.
Murió el 7 de Marzo de 1274.

Prof. Alexander TORRES MEGA - Dir. Resp. de FLASHESCulturales E mail: Flashes@adinet.com.uy

lunes, 22 de enero de 2007

''Socialismo o muerte''

por Javier Campos*

Esas fueron las palabras finales de un Hugo Chávez, profundamente convencido de lo que estaba diciendo, cuando juró como presidente de Venezuela el pasado 10 de enero de 2007.

Pero eran palabras que venían de Fidel Castro. De las famosas frases con las que terminaba sus discursos: “Socialismo o Muerte, ¡Patria o Muerte!, ¡Venceremos!”. Si leemos bien, y si hacemos las conexiones pertinentes y recientes, es claro que aquella frase estaba dirigida como homenaje, desde la distancia, a su querido amigo allá en la Habana.

Probablemente Fidel Castro estaba escuchando con emoción (los líderes viejos de izquierda también se emocionan), viendo a su amigo venezolano que le enviaba un mensaje nada en clave, sino usando su propio lenguaje. Pensaría Castro que los ideales principales de la revolución cubana no habían muerto y se extendían hacia Venezuela en el tercer milenio. O sea, que la caída del Muro de Berlín, y todo el desplome posterior, no significaba gran cosa. Era evidente que lo dicho por Chávez fue un mensaje bien claro para decir a toda América Latina que “la revolución socialista”, como la que comenzó Cuba en 1959, permanecía viva, o bien era resucitada por Chávez, y que era posible en esta globalización injusta. O como él ha dicho refiriéndose a ella: “la enfermedad del nuevo milenio.”

Nadie analizó aquella frase en los artículos que comentaron la noticia cuando fue envestido presidente de Venezuela. Sin embargo, muestra -y es imposible no verlo- que la conexión Habana-Caracas tiene y tendrá un peso muy fuerte en el proyecto ideológico del presidente venezolano. Y no sólo la conexión entre ambos, sino en “el triangulo de El Caribe”: Venezuela-Cuba-Nicaragua, extendiéndose hasta Bolivia y Ecuador en América del Sur. Fueron palabras poderosas que (sin duda) aún remecen a mucha gente de la izquierda de los 60 o 70 en América Latina. O a los que ahora leen con desesperanza el último informe de la Cepal de diciembre de 2006 donde tenemos 205 millones de pobres -38,5% de la población de América Latina en una población de más de 500 millones de habitantes- que viven en la pobreza o indigencia completa (con dos o un dólar al día).

Aquellas palabras, en la propuesta de Chávez en su toma de posesión, constituyen la base de su revolución bolivariana del tercer milenio que es la siguiente: terminar con las grandes diferencias sociales, exterminar la pobreza y las injusticias de que sufre la mayoría de su país. Dar una humanidad a los pobres de Venezuela y ser ejemplo que otro socialismo es posible a diferencia de unos socialismos falsos o tibios, según Chávez, como el del gobierno chileno o como las dudas que merece el gobierno de Lula en Brasil, o de otros quienes no invocan planteamientos radicales como el que está comenzando a realizar Chávez.

Para hacer todo lo anterior, Chávez ha dicho que necesita control absoluto de todos los poderes y por eso ha pedido a la Asamblea Nacional reformar la constitución para, entre otras cosas, pueda ser reelegido indefinidamente. Incluso encontró necesario comenzar a cerrar un canal de televisión (el canal pionero de Venezuela, “Radio Caracas TV”) porque, en sus palabras, era un “medio anticomunista, burgués, y golpista”.

Oponerse en estos momentos a la propuesta del socialismo bolivariano -dice aquella izquierda latinoamericana en reciente “Foro de Sao Paulo” que se realizó en El Salvador, y cierta intelectualidad de izquierda fuera de América Latina que apoya ciegamente a Chávez y también al gobierno cubano, a Evo Morales, y sonríen placenteramente con el nuevo presidente Daniel Ortega de Nicaragua- es “no ver” lo que representa realmente aquel presidente. Aquella izquierda en el “Foro de Sao Paulo” piensa que el proyecto de Chávez es un proyecto viable para América Latina.

Además sugiere que es el proyecto que haría un frente objetivo a la globalización “salvaje e inhumana”, además de la única oposición latinoamericana al “imperialismo yanqui”. Quizás con los nuevos presidentes de “izquierda” en América Latina el optimismo del “Foro” ha sido muy alto para aprobar el siguiente documento político para América Latina, esencialmente con dos grandes puntos. (1) Profundizar procesos democráticos con políticas públicas y reformas estructurales para vencer la pobreza y desigualdad. (2) Crear un proyecto económico alternativo al neoliberalismo y defender soberanías nacionales asi como promover cooperación económica, social y política entre los pueblos. Entonces aquí es cuando preguntamos a Chávez, a la izquierda ortodoxa del “Foro”, a intelectuales que creen en otro “proyecto económico alternativo” a Morales, Ortega ¿pero de qué socialismo nuevo alternativo al neoliberalismo se está hablando? ¿es cierto que sería posible y cómo? ¿Es viable “la revolución Bolivariana” para América Latina en estos momentos o en un futuro próximo?

Hay dos respuestas al “socialismo o muerte” de Chávez. O sigue la línea cubana o sigue la línea democrática. La primera no ha logrado ningún crecimiento ni desarrollo económico si vemos los resultados de la revolución cubana en estos momentos, principalmente el enojo de la CEPAL de que los datos que dan los economistas oficiales en la isla sobre el crecimiento de la economía del régimen son sumamente dudosos puesto que las sus estadísticas son manipuladas y no siguen las que propone la CEPAL. La segunda opción es la negociación con inversionistas extranjeros si esos presidentes de “izquierda” desean nacionalizar todo. Por ejemplo Daniel Ortega ha dicho que seguirá esa opción. También en esta opción es fundamental la negociación democrática con la sociedad civil dentro del país.

De esto último los enfrentamientos violentos en Bolivia ejemplifican de cómo puede allí levantarse un conflicto bien serio por toda Bolivia si no hay tal negociación (¿guerra civil?). Chávez ha preferido claramente la primera opción controlando todos los poderes. Aun cuando su programa es ese “socialismo o muerte” o como dijo en VI Foro Mundial en enero citando al “Che” Guevara: “crear una, dos, tres Bolivias” (que también puede ser “crear una, dos, tres Venezuelas”). Sin embargo, y es muy posible mirando el ejemplo de Cuba, que pueda peligrar en Venezuela la voz de la sociedad civil que disiente del proyecto de Chávez. Pero ya se verá. En reciente artículo de Sergio Ramírez, ex-presidente del gobierno sandinista durante los ochentas, publicado el 9 de enero -un día antes de que Daniel Ortega jurara como nuevo presidente de Nicaragua- decía algo muy importante que es valido para estos nuevos presidentes de “izquierda” en América Latina:

“Para empezar, que mejor que usar todo el poder que tiene para patrocinar un programa de reformas a la Constitución, en consenso con la nación, que prohíba para siempre la reelección presidencial. De su visión de futuro dependerá como quiere ser recordado en la historia de Nicaragua. Como un caudillo que pudo regresar triunfante al poder, para darle al país más de lo mismo y actuar como personaje de otra puesta en escena del pasado, o como el estadista que tomó ventaja de su propio poder para afirmar de manera irreversible el camino de la institucionalidad democrática, sin faltar por eso a sus promesas de justicia social y prosperidad popular”.

(1) 1. Sergio Ramírez. “Caminos que se bifurcan”, diario La Jornada, México, 9 de enero de 2007.

*Javier Campos. Escritor. Reside en EE.UU.


http://www.elmostrador.cl/modulos/noticias/constructor/noticia_new.asp?id_noticia=208029

domingo, 21 de enero de 2007

La ciudad socialista de la Polonia de los 60. Una ciudad sin Dios

Nowa Huta es una ciudad de nueva planta, erigida a poca distancia de Cracovia, de la que prácticamente viene a ser un arrabal. Una deliberada intención ideológica pretendió contraponer las dos ciudades, como el símbolo del ayer y el símbolo del mañana: frente a la vieja capital histórica, residencia de reyes con sus iglesias y palacios, reliquia de un pasado que quedó definitivamente atrás, se alzaba la ciudad socialista, como imagen acabada de la nueva Polonia.
Nowa Huta surgía en torno a una inmensa planta siderúrgica y sus habitantes, verdadera vanguardia del proletariado, eran los obreros metalúrgicos de la industria y sus familiares. En contraste con Cracovia, residuo de una época que se fue para siempre, Nowa Huta la ciudad pionera de la Polonia socialista, no había de tener iglesias ni signos religiosos, como un luminoso anticipo de la futura sociedad sin Dios….

Esto ocurrió en la Polonia comunista cuando Cardenal Wojtyla (Juan Pablo II) ya se dedicaba a luchar contra el comunismo usando su verbo como espada. Su postura: la defensa de la dignidad y derechos de toda persona humana, así como la defensa del derecho de los fieles a profesar libremente su fe.

Su sagacidad y tenacidad le permitieron obtener significativas victorias: tras largos años de esfuerzos, en contra de la persistente oposición de las autoridades, tuvo el gran gozo de inaugurar una iglesia en Nowa Huta la "ciudad piloto" comunista.
Los muros de esta iglesia, cual símbolo silente y a la vez elocuente de la victoria de la Iglesia sobre el régimen comunista, habían sido levantados con más de dos millones de piedras talladas voluntariamente por los cristianos de Cracovia.

domingo, 14 de enero de 2007

De como el comunismo fue vencido...Introducción

De como el comunismo fue vencido
Juan Pablo II pasó a la historia por su influencia decisiva en el desmoronamiento del comunismo, que, a partir de Polonia, puso fin entre el 89 y el 91 a la división de Europa, al sistema bipolar y a la Unión Soviética.

Su huella internacional, sin embargo, es mucho más profunda. Rompió con la política de coexistencia pacífica que sus antecesores habían seguido con los regímenes comunistas y, en una alianza estrecha con la Administración Reagan, lanzó una campaña masiva contra el marxismo exigiendo el respeto de los derechos y la dignidad del ser humano.

«El árbol ya estaba podrido», comentaba años después «Sólo le di una buena sacudida y cayeron las manzanas podridas».

Otpor: Ejemplo de liberación - Introducción

Otpor ejemplo para Venezuela
Otpor se hizo famoso por su arma favorita: las consignas lapidarias pintadas en los muros de las grandes ciudades de Serbia.

La primera, cuando todavía nadie los conocía, era la más clara y sencilla, una especie de partida de nacimiento: “Resistencia hasta la victoria.” En diciembre de 1999, el Papá Noel de Otpor deseaba a todo el mundo un “Feliz año resistente”. Pocos meses antes de los sucesos del 5 de octubre, se leía por doquier: “El año 2000 es el bueno.”

No se equivocaban. Inventaron también una nueva medida de resistencia: el “otpórmetro”. Tras las elecciones del 24 de septiembre floreció la famosa “Gotov je” (Está liquidado). Es la consigna que más aparecía en las paredes, las escaleras, los aseos de los bares… Cuando, el 5 de octubre, un bulldozer derribó las puertas de la radiotelevisión del Estado, principal órgano de propaganda del gobierno, Otpor imprimió carteles y calendarios con la consigna: “En el fondo de cada uno de nosotros duerme un conductor de bulldozer.”

Sin confianza en los políticos, ni siquiera en los de la oposición, Otpor advierte: “¡Cuidado! No les quitamos la vista de encima.”

sábado, 13 de enero de 2007

Excelente descripción del panorama comunista por Francisco Alarcón


Diario 2001 /ND - Venezuela un país para todos.


Contrariamente al slogan oficialista “Venezuela ahora es de todos” que incluye sólo a los afectos al régimen, con las absolutistas listas Tascón y Maisanta y, descartando a los sectores mayoritarios de la población el nuevo planteamiento deberá ser unidimensional, incorporando a todos los venezolanos sin que puedan existir “realidades” antagónicas, “lucha de clases” ni nada que apunte hacia la confrontación.


El mundo político cambió, los ingresos petroleros son de todos y para todos los venezolanos y tendrán que alcanzar de alguna manera al colectivo. De no ser así, las políticas del oficialismo o proyectos de la oposición naufragarán. Venezuela no aceptará más exclusiones, llegó la hora de propiciar los acercamientos, todavía en momentos en que el régimen instaura un partido único de la revolución, e incrementa las medidas confiscatorias de libertad. Las estadísticas son claras cuando los venezolanos expresan sus sentimientos: un 85% no son partidarios del comunismo y el resto desconociéndolo o ignorándole lo “acepta”.


Qué es comunismo conceptual: “es la misión de aplastar la resistencia de los explotadores y crear una sociedad nueva sin clases, la sociedad comunista”. Posiblemente en las altas esferas del régimen, encontremos utopistas que creen es ese comunismo prístino y que lo hayan adobado como el original socialismo del siglo XXI, de cual se habla, pero que en la práctica no existe ninguna definición clara. Ciertamente el término comunismo se utiliza enmarcado como una insinuación, sin que profundicemos o hayamos sufrido sus rigores. Es el comunismo “pragmático” de los empleados públicos y empresas del Estado, es el rojo rojito, admitido casi en situación jocosa y que creen no trascenderá más allá de colocarse una camisa roja y a asistir a los actos convocados por el oficialismo. Así se refieren al comunismo algunos conciudadanos en expresiones chuscas, cuando la realidad es otra y los personeros del régimen muy seriamente pretenden imponernos medidas comunistas, rojas rojitas.


La supresión de concesión a RCTV supera cualquier medida puramente legal, sus fines los conocemos, terminar con la libertad de expresión en Venezuela. Con qué autoridad moral le pueden revocar a un medio de comunicación su concesión, cuando el régimen avasallantemente, con el dinero de todos los venezolanos, se apodera de una televisora del Estado como VTV para fines proselitistas y se la entrega a su facción política. Veremos que sucederá en torno a esto, cómo será finalmente recibido por el pueblo venezolano y el resto del mundo civilizado, propiciador de la libertad de expresión. Seguirá siendo visto el “gobierno revolucionario” como un gobierno democrático? Tendremos que esperar e ir analizando, cuales serán las nuevas leyes que demarcarán el estado venezolano como socialista.


Cuando ocurran en la práctica las disonancias del comunismo o del socialismo del siglo XXI, mediremos cómo serán recibidas por la disidencia y el chavismo no comunista, acostumbrados a su libérrimo andar. El comunismo abraza la coerción como principal instrumento para someter a la gente, control absoluto de la vida de las personas, desde su régimen dietético hasta los patrones de conducta.


Comunismo es sometimiento de la educación, destrucción de la familia, trabajo comunitario obligatorio, formación de nuestros hijos a cargo del estado. Entretanto se afianzará en la cumbre una clase “revolucionaria” favorecida con todas las sinecuras de los ingresos petroleros; clase de la cual ya tenemos fachas, los nuevos ricos bolivarianos, los comisionistas con sus degradantes pautas, riquezas para ellos y miseria para el pueblo.


Pues, no creemos que el país acceda a una sociedad de privaciones y esperamos que quienes no aceptan un régimen comunista empiecen a exteriorizarlo. Esa porción mayoritaria de chavistas y de no chavistas que ahora tienen necesidades comunes y que estarán igualados por los avatares políticos, deberán ratificar que Venezuela es de todos y para todos.

viernes, 12 de enero de 2007

Manifiesto del Partido Comunista - Cualquier coincidencia no es una casualidad

http://mipagina.aol.com.mx/gongom00/page2.html
Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo. Todas !as fuerzas de la vieja Europa se han unido en santa cruzada para acosar a ese fantasma: el Papa y el zar, Metternich y Guizot, los radicales franceses y los polizontes alemanes.

¿Qué partido de oposición no ha sido motejado de comunista por sus adversarios en el Poder?

¿Qué partido de oposición, a su vez, no ha lanzado, tanto a los representantes más avanzados de la oposición como a sus enemigos reaccionarios, el epíteto zahiriente de comunista?

De este hecho resulta una doble enseñanza:


Que el comunismo está ya reconocido como una fuerza por todas las potencias de Europa.
Que ya es hora de que los comunistas expongan a la faz del mundo entero sus conceptos, sus fines y sus aspiraciones; que opongan a la leyenda del fantasma del comunismo un manifiesto del propio Partido.


Con este fin, comunistas de diversas nacionalidades se han reunido en Londres y han redactado el siguiente Manifiesto, que será publicado en inglés, francés, alemán, italiano, flamenco y danés.


I
BURGUESES Y PROLETARIOS [*1*]
La historia de todas las sociedades que han existido hasta nuestros días [*2*] es la historia de las luchas de clases.


Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y siervos, maestros [*3*] y oficiales, en una palabra: opresores y oprimidos se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha constante, velada unas veces y otras franca y abierta; lucha que terminó siempre con la transformació n revolucionaria de toda la sociedad o el hundimiento de las clases beligerantes.


En las anteriores épocas históricas encontramos casi por todas partes una completa división de la sociedad en diversos estamentos, una múltiple escala gradual de condiciones sociales. En la antigua Roma hallamos patricios, caballeros, plebeyos y esclavos; en la Edad Media, señores feudales, vasallos, maestros, oficiales y siervos, y, además, en casi todas estas clases todavía encontramos gradaciones especiales.


La moderna sociedad burguesa, que ha salido de entre las ruinas de la sociedad feudal, no ha abolido las contradicciones de clase. Únicamente ha sustituido las viejas clases, las viejas condiciones de opresión, las viejas formas de lucha por otras nuevas.


Nuestra época, la época de la burguesía, se distingue, sin embargo, por haber simplificado las contradicciones de clase. Toda la sociedad va dividiéndose, cada vez más, en dos grandes campos enemigos, en dos grandes clases, que se enfrentan directamente: la burguesía y el proletariado.
De los siervos de la Edad Media surgieron los villanos libres de las primeras ciudades; de este estamento urbano salieron los primeros elementos de la burguesía.


El descubrimiento de América y la circunnavegación de África ofrecieron a la burguesía en ascenso un nuevo campo de actividad. Los mercados de las Indias y de China, la colonización de América, el intercambio con las colonias, la multiplicació n de los medios de cambio y de las mercancías en general imprimieron al comercio, a la navegación y a la industria un impulso hasta entonces desconocido, y aceleraron, con ello, el desarrollo del elemento revolucionario de la sociedad feudal en descomposición.


El antiguo modo de explotación feudal o gremial de la industria ya no podía satisfacer la demanda, que crecía con la apertura de nuevos mercados. Vino a ocupar su puesto la manufactura. La clase media industrial suplantó a los maestros de los gremios; la división del trabajo entre las diferentes corporaciones desapareció, ante la división del trabajo en el seno del mismo taller.


Pero los mercados crecían sin cesar; la demanda iba siempre en aumento. Ya no bastaba tampoco la manufactura. El vapor y la maquinaria revolucionaron entonces la producción industrial. La gran industria moderna sustituyó a la manufactura; el lugar de la clase media industrial vinieron a ocuparlo los industriales millonarios -- jefes de verdaderos ejércitos industriales -- , los burgueses modernos.


La gran industria ha creado el mercado mundial, ya preparado por el descubrimiento de América. El mercado mundial aceleró prodigiosamente el desarrollo del comercio, de la navegación y de todos los medios de transporte por tierra. Este desarrollo influyó a su vez en el auge de la industria, y a medida que se iban extendiendo la industria, el comercio, la navegación y los ferrocarriles, desarrollábase la burguesía, multiplicando sus capitales y relegando a segundo término a todas las clases legadas por la Edad Media.


La burguesía moderna, como vemos, es por sí misma fruto de un largo proceso de desarrollo, de una serie de revoluciones en el modo de producción y de cambio.


Cada e tapa de la evolución recorrida por la burguesía ha ido acompañada del correspondiente éxito político [10].*** Estamento oprimido bajo la dominación de los señores feudales; asociación armada y autónoma en la comuna [*4*]; en unos sitios, República urbana independiente; en otros, tercer estado tributario de la monarquía [11]; después, durante el período de la manufactura, contrapeso de la nobleza en las monarquías feudales o absolutas y, en general, piedra angular de las grandes monarquías, la burguesía, después del establecimiento de la gran industria y del mercado universal, conquistó finalmente la hegemonía exclusiva del Poder político en el Estado representativo moderno. El gobierno del Estado moderno no es más que una junta que administra los negocios comunes de toda la clase burguesa.


La burguesía ha desempeñado en la historia un papel altamente revolucionario.


Dondequiera que ha conquistado el Poder, la burguesía ha destruido las relaciones feudales, patriarcales, idílicas. Las abigarradas ligaduras feudales que ataban al hombre a sus "superiores naturales" las ha desgarrado sin piedad para no dejar subsistir otro vínculo entre los hombres que el frío interés, el cruel "pago al contado". Ha ahogado el sagrado éxtasis del fervor religioso, el entusiasmo caballeresco y el sentimentalismo del pequeño burgués en las aguas heladas del cálculo egoísta. Ha hecho de la dignidad personal un simple valor de cambio. Ha sustituido las numerosas libertades escrituradas y bien adquiridas por la única y desalmada libertad de comercio. En una palabra, en lugar de la explotación velada por ilusiones religiosas y políticas, ha establecido una explotacion abierta, descarada, directa y brutal.


La burguesía ha despojado de su aureola a todas las profesiones que hasta entonces se tenían por venerables y dignas de piadoso respeto. Al médico, al jurisconsulto, al sacerdote, al poeta, al sabío, los ha convertido en sus servidores asalariados.


La burguesía ha desgarrado el velo de emocionante sentimentalismo que encubría las relaciones familiares, y las redujo a simples relaciones de dinero.


La burguesía ha revelado que la brutal manifestación de fuerza en la Edad Media, tan admirada por la reacción, tenía su complemento natural en la más relajada holgazanería. Ha sido ella la que primero ha demostrado lo que puede realizar la actividad humana; ha creado maravillas muy distintas a las pirámides de Egipto, a los acueductos romanos y a las catedrales góticas, y ha realizado campañas muy distintas a los éxodos de los pueblos y a las Cruzadas.


La burguesía no puede existir sino a condición de revolucionar incesantemente los instrumentos de producción y, por consiguiente, las relaciones de producción, y con ello todas las relaciones sociales. La conservación del antiguo modo de producción era, por el contrario, la primera condición de existencia de todas las clases industriales precedentes. Una revolución continua en la producción, una incesante conmoción de todas las condiciones sociales, una inquietud y un movimiento constantes distinguen la época burguesa de todas las anteriores[12]. Todas las relaciones estancadas y enmohecidas, con su cortejo de creencias y de ideas veneradas durante siglos, quedan rotas; las nuevas se hacen añejas antes de haber podido osificarse. Todo lo estamental y estancado se esfuma; todo lo sagrado es profanado, y los hombres, al fin, se ven forzados a considerar serenamente sus condiciones de existencia y sus relaciones recíprocas.
Espoleada por la necesidad de dar cada vez mayor salida a sus productos, la burguesía recorre el mundo entero. Necesita anidar en todas partes, establecerse en todas partes, crear vínculos en todas partes.


Mediante la explotación del mercado mundial, la burguesía dio un carácter cosmopolita a la producción y al consumo de todos los países. Con gran sentimiento de los reaccionarios, ha quitado a la industria su base nacional. Las antiguas industrias nacionales han sido destruidas y están destruyéndose continuamente. Son suplantadas por nuevas industrias, cuya introducción se convierte en cuestión vital para todas las naciones civilizadas, por industrias que ya no emplean materias primas indigenas, sino materias primas venidas de las más lejanas regiones del mundo, y cuyos productos no sólo se consumen en el propio país, sino en todas las partes del globo. En lugar de las antiguas necesidades, satisfechas con productos nacionales, surgen necesidades nuevas, que reclaman para su satisfacción productos de los países más apartados y de los climas más diversos. En lugar del antiguo aislamiento de las regiones y naciones que se bastaban a sí mismas, se establece un intercambio universal, una interdependencia universal de las naciones. Y esto se refiere tanto a la producción material, como a la producción intelectual. La producción intelectual de una nación se convierte en patrimonio común de todas. La estrechez y el exclusivismo nacionales resultan de día en día más imposibles; de las numerosas literaturas nacionales y locales se forma una literatura universal.


Merced al rápido perfeccionamiento de los instrumentos de producción y al constante progreso de los medios de comunicación, la burguesía arrastra a la corriente de la civilización a todas las naciones, hasta a las más bárbaras. Los bajos precios de sus mercancías constituyen la artillería pesada que derrumba todas las murallas de China y hace capitular a los bárbaros más fanáticamente hostiles a los extranjeros. Obliga a todas las naciones, si no quieren sucumbir, a adoptar el modo burgués de producción, las constriñe a introducir la llamada civilización, es decir, a hacerse burguesas. En una palabra: se forja un mundo a su imagen y semejanza.
La burguesía ha sometido el campo al dominio de la ciudad. Ha creado urbes inmensas; ha aumentado enormemente la población de las ciudades en comparación con la del campo, substrayendo una gran parte de la población al idiotismo de la vida rural. Del mismo modo que ha subordinado el campo a la ciudad, ha subordinado los países bárbaros o semibárbaros a los países civilizados, los pueblos campesinos a los pueblos burgueses, el Oriente al Occidente.
La burguesía suprime cada vez más el fraccionamiento de los medios de producción, de la propiedad y de la población. Ha aglomerado la población, centralizado los medios de producción y concentrado la propiedad en manos de unos pocos. La consecuencia obligada de ello ha sido la centralizació n política. Las provincias independientes, ligadas entre si casi unicamente por lazos federales, con intereses, leyes, gobiernos y tarifas aduaneras diferentes, han sido consolidadas en una sola nacion, bajo un solo Gobierno, una sola ley, un solo interés nacional de clase y una sola línea aduanera.


La burguesía, con su dominio de clase, que cuenta apenas con un siglo de existencia, ha creado fuerzas productivas más abundantes y más grandiosas que todas las generaciones pasadas juntas. El sometimiento de las fuerzas de la naturaleza, el empleo de las máquinas, la aplicación de la química a la industria y a la agricultura, la navegación de vapor, el ferrocarril, el telégrafo eléctrico, la adaptación para el cultivo de continentes enteros, la apertura de los ríos a la navegación, poblaciones enteras surgiendo por encanto, como si salieran de la tierra. ¿Cual de los siglos pasados pudo sospechar siquiera que semejantes fuerzas productivas dormitasen en el seno del trabajo social?


Hemos visto, pues, que los medios de producción y de cambio, sobre cuya base se ha formado la burguesía, fueron creados en la sociedad feudal. Al alcanzar un cierto grado de desarrollo estos medios de producción y de cambio, las condiciones en que la sociedad feudal producía y cambiaba, toda la organización feudal de la agricultura y de la industria manufacturera, en una palabra, las relaciones feudales de propiedad, cesaron de corresponder a las fuerzas productivas ya desarrolladas. Frenaban la producción en lugar de impulsarla [13]. Se transformaron en otras tantas trabas. Era preciso romper esas trabas, y se rompieron.


En su lugar se estableció la libre concurrencia, con una constitución social y política adecuada a ella y con la dominación económica y política de la clase burguesa.


Ante nuestros ojos se está produciendo un movimiento análogo. Las relaciones burguesas de producción y de cambio, las relaciones burguesas de propiedad, toda esta sociedad burguesa moderna, que ha hecho surgir tan potentes medios de producción y de cambio, se asemeja al mago que ya no es capaz de dominar las potencias infernales que ha desencadenado con sus conjuros. Desde hace algunas décadas, la historia de la industria y del comercio no es más que la historia de la rebelión de las fuerzas productivas modernas contra las actuales relaciones de producción, contra las relaciones de propiedad que condicionan la existencia de la burguesía y su dominación. Basta mencionar las crisis comerciales que, con su retorno periódico, plantean, en forma cada vez más amenazante, la cuestión de la existencia de toda la sociedad burguesa. Durante cada crisis comercial, se destruye sistemáticamente, no sólo una parte considerable de productos elaborados, sino incluso de las mismas fuerzas productivas ya creadas. Durante las crisis, una epidemia social, que en cualquier época anterior hubiera parecido absurda, se extiende sobre la sociedad -- la epidemia de la superproducció n. La sociedad se encuentra súbitamente retrotraída a un estado de barbarie momentánea: diríase que el hambre, que una guerra devastadora mundial la han privado de todos sus medios de subsistencia; la industria y el comercio parecen aniquilados. Y todo eso, ¿por qué? Porque la sociedad posee demasiada civilización, demasiados medios de vida, demasiada industria, demasiado comercio. Las fuerzas productivas de que dispone no sirven ya al desarrollo de la civilización burguesa y [14] de las relaciones de propiedad burguesas; por el contrario, resultan ya demasiado poderosas para estas relaciones, que constituyen un obstáculo para su desarrollo; y cada vez que las fuerzas productivas salvan este obstáculo, precipitan en el desorden a toda la sociedad burguesa y amenazan la existencia de la propiedad burguesa. Las relaciones burguesas resultan demasiado estrechas para contener las riquezas creadas en su seno.


¿Cómo vence esta crisis la burguesía? De una parte, por la destrucción obligada de una masa de fuerzas productivas; de otra, por la conquista de nuevos mercados y la explotación más intensa de los antiguos. ¿De que modo lo hace, entonces? Preparando crisis más extensas y más violentas y disminuyendo los medios de prevenirlas.


Las armas de que se sirvió la burguesía para derribar al feudalismo se vuelven ahora contra la propia burguesía.


Pero la burguesía no ha forjado solamente las armas que deben darle muerte; ha producido también los hombres que empuñarán esas armas: los obreros modernos, los proletarios.
En la misma proporción en que se desarrolla la burguesía, es decir, el capital, desarróllase también el proletariado, la clase de los obreros modernos, que no viven sino a condición de encontrar trabajo, y lo encuentran únicamente mientras su trabajo acrecienta el capital. Estos obreros, obligados a venderse al detalle, son una mercancía como cualquier otro artículo de comercio, sujeta, por tanto, a todas las vicisitudes de la competencia, a todas las fluctuaciones del mercado.


El creciente empleo de las máquinas y la división del trabajo quitan al trabajo del proletario todo caracter substantivo y le hacen perder con ello todo atractivo para el obrero. Éste se convierte en un simple apéndice de la máquina, y sólo se le exigen las operaciones más sencillas, más monótonas y de más fácil aprendizaje. Por tanto, lo que cuesta hoy día el obrero se reduce poco más o menos a los medios de subsistencia indispensables para vivir y para perpetuar su linaje. Pero el precio del trabajo [15], como el de toda mercancía, es igual a su coste de producción. Por consiguiente, cuanto más fastidioso resulta el trabajo más bajan los salarios. Más aún, cuanto más se desenvuelven el maquinismo y la división del trabajo, más aumenta la cantidad de trabajo[16] bien mediante la prolongación de la jornada, bien por el aumento del trabajo exigido en un tiempo dado, la aceleración del movimiento de las máquinas, etc.


La industria moderna ha transformado el pequeño taller del maestro patriarcal en la gran fábrica del capitalista industrial. Masas de obreros, hacinados en la fábrica, están organizados en forma militar. Como soldados rasos de la industria, están colocados bajo la vigilancia de una jerarquía completa de oficiales y suboficiales. No son solamente esclavos de la clase burguesa, del Estado burgués, sino diariamente, a todas horas, esclavos de la máquina, del capataz y, sobre todo, del patrón de la fábrica. Y este despotismo es tanto más mezquino, odioso y exasperante, cuanto mayor es la franqueza con que proclama que no tiene otro fin que el lucro.


Cuanto menos habilidad y fuerza requiere el trabajo manual, es decir, cuanto mayor es el desarrollo de la industria moderna, mayor es la proporción en que el trabajo de los hombres es suplantado por el de las mujeres y los niños. Por lo que respecta a la clase obrera, las diferencias de edad y sexo pierden toda significación social. No hay más que instrumentos de trabajo, cuyo coste varía según la edad y el sexo.


Una vez que el obrero ha sufrido la explotación del fabricante y ha recibido su salario en metálico, se convierte en víctima de otros elementos de la burguesía: el casero, el tendero, el prestamista, etc.


Pequeños industriales, pequeños comerciantes y rentistas, artesanos y campesinos, toda la escala inferior de las clases medias de otro tiempo, caen en las filas del proletariado; unos, porque sus pequeños capitales no les alcanzan para acometer grandes empresas industriales y sucumben en la competencia con los capitalistas más fuertes; otros, porque su habilidad profesional se ve despreciada ante los nuevos métodos de producción. De tal suerte, el proletariado se recluta entre todas las clases de la población.


El proletariado pasa por diferentes etapas de desarrollo. Su lucha contra la burguesía comienza con su surgimiento.


Al principio, la lucha es entablada por obreros aislados, después, por los obreros de una misma fábrica, más tarde, por los obreros del mismo oficio de la localidad contra el burgués aislado que los explota directamente. No se contentan con dirigir sus ataques contra las relaciones burguesas de producción, y los dirigen contra los mismos instrumentos de producción [17]: destruyen las mercancías extranjeras que les hacen competencia, rompen las máquinas, incendian las fábricas, intentan reconquistar por la fuerza la posición perdida del trabajador de la Edad Media.
En esta etapa, los obreros forman una masa diseminada por todo el país y disgregada por la competencia. Si los obreros forman en masas compactas, esta acción no es todavía la consecuencia de su propia unidad, sino de la unidad de la burguesía, que para alcanzar sus propios fines políticos debe -- y por ahora aún puede -- poner en movimiento a todo el proletariado. Durante esta etapa, los proletarios no combaten, por tanto, contra sus propios enemigos, sino contra los enemigos de sus enemigos, es decir, contra los vestigios de la monarquía absoluta, los propietarios territoriales, los burgueses no industriales y los pequeños burgueses. Todo el movimiento histórico se concentra, de esta suerte, en manos de la burguesía; cada victoria alcanzada en estas condiciones es una victoria de la burguesía.


Pero la industria, en su desarrollo, no sólo acrecienta el numero de proletarios, sino que los concentra en masas considerables; su fuerza aumenta y adquieren mayor conciencia de la misma. Los intereses y las condiciones de existencia de los proletarios se igualan cada vez más a medida que la máquina va borrando las diferencias en el trabajo y reduce el salario, casi en todas partes, a un nivel igualmente bajo. Como resultado de la creciente competencia de los burgueses entre sí y de las crisis comerciales que ella ocasiona, los salarios son cada vez más fluctuantes; el constante y acelerado perfeccionamiento de la máquina coloca al obrero en situación cada vez más precaria; las colisiones individuales entre el obrero y el burgués adquieren más y más el carácter de colisiones entre dos clases. Los obreros empiezan a formar coaliciones [18] contra los burgueses y actúan en común para la de fensa de sus salarios. Llegan hasta formar asociaciones permanentes para asegurarse los medios necesarios, en previsión de estos choques circunstanciales. Aquí y allá la lucha estalla en sublevación.


A veces los obreros triunfan; pero es un triunfo efímero. El verdadero resultado de sus luchas no es el éxito inmediato, sino la unión cada vez más extensa de los obreros. Esta unión es favorecida por el crecimiento de los medios de comunicación creados por la gran industria y que ponen en contacto a los obreros de diferentes localidades. Y basta ese contacto para que las numerosas luchas locales, que en todas partes revisten el mismo carácter, se centralicen en una lucha nacional, en una lucha de clases. Mas toda lucha de clases es una lucha política. Y la unión que los habitantes de las ciudades de la Edad Media, con sus caminos vecinales, tardaron siglos en establecer, los proletarios modernos, con los ferrocarriles, la llevan a cabo en unos pocos años.
Esta organización del proletariado en clase y, por tanto, en partido político, es sin cesar socavada por la competencia entre los propios obreros. Pero surge de nuevo, y siempre más fuerte, más firme, más potente. Aprovecha las disensiones intestinas de los burgueses para obligarles a reconocer por la ley algurlos intereses de la clase obrera; por ejemplo, la ley de la jornada de diez horas en Inglaterra.


En general, las colisiones en la vieja sociedad favorecen de diversas maneras el proceso de desarrollo del proletariado. La burguesía vive en lucha permanente: al principio, contra la aristocracía; después, contra aquellas fracciones de la misma burguesía, cuyos intereses entran en contradicción con los progresos de la industria, y siempre, en fin, contra la burguesía de todos los demás países. En todas estas luchas se ve forzada a apelar al proletariado, a reclamar su ayuda y a arrastrarle así al movimiento político. De tal manera, la burguesía proporciona a los proletarios los elementos de su propia educación [19], es decir, armas contra ella misma.
Además, como acabamos de ver, el progreso de la industria precipita en las filas del proletariado a capas enteras de la clase dominante, o al menos las amenaza en sus condiciones de existencia. También ellas aportan al proletariado numerosos elementos de educación [20].


Finalmente, en los períodos en que la lucha de clases se acerca a su desenlace, el proceso de desintegració n de la clase dominante, de toda la vieja sociedad, adquiere un carácter tan violento y tan patente que una pequeña fracción de esa clase reniega de ella y se adhiere a la clase revolucionaria, a la clase en cuyas manos esta el porvenir. Y así como antes una parte de la nobleza se pasó a la burguesía, en nuestros días un sector de la burguesía se pasa al proletariado, particularmente ese sector de ideólogos burgueses que se han elevado teóricamente hasta la comprensión del conjunto del movimiento histórico.


De todas las clases que hoy se enfrentan con la burguesía sólo el proletariado es una clase verdaderamente revolucionaria. Las demás clases van degenerando y desaparecen con el desarrollo de la gran industria; el proletariado, en cambio, es su producto más peculiar.
Las capas medias -- el pequeño industrial, el pequeño comerciante, el artesano, el campesino --, todas ellas luchan contra la burguesía para salvar de la ruina su existencia como tales capas medias. No son, pues, revolucionarias, sino conservadoras. Más todavía, son reaccionarias, ya que pretenden volver atrás la tueda de la Historia. Son revolucionarias únicamente cuando tienen ante sí la perspectiva de su tránsito inminente al proletariado, defendiendo así no sus intereses presentes, sino sus intereses futuros, cuando abandonan sus propios puntos de vista para adoptar los del proletariado.


El lumpenproletatiado, ese producto pasivo de la putrefacción de las capas más bajas de la vieja sociedad, puede a veces ser arrastrado al movimiento por una revolución proletaria; sin embargo, en virtud de todas sus condiciones de vida está más bien dispuesto a venderse a la reacción para servir a sus maniobras.


Las condiciones de existencia de la vieja sociedad están ya abolidas en las condiciones de existencia del proletariado. El proletariado no tiene propiedad; sus relaciones con la mujer y con los hijos no tienen nada de común con las relaciones familiares burguesas; el trabajo industrial moderno, el moderno yugo del capital, que es el mismo en Inglaterra que en Francia, en Norteamérica que en Alemania, despoja al proletariado de todo carácter nacional. Las leyes, la moral, la religión son para él meros prejuicios burgueses, detrás de los cuales se ocultan otros tantos intereses de la burguesía.


Todas las clases que en el pasado lograron hacerse dominantes trataron de consolidar la situación adquirida sometiendo a toda sociedad a las condiciones de su modo de apropiación. Los proletarios no pueden conquistar las fuerzas productivas sociales, sino aboliendo su propio modo de apropiación en vigor, y, por tanto, todo modo de apropiación existente hasta nuestros días. Los proletarios no tienen nada que salvaguardar; tienen que destruir todo lo que hasta ahora ha venido garantizando y asegurando la propiedad privada existente.


Todos los movimientos han sido hasta ahora realizados por minorías o en provecho de minorías. El movimiento proletario es el movimiento independiente [21] de la inmensa mayoría en provecho de la inmensa mayoría. El proletariado, capa inferior de la sociedad actual, no puede levantarse, no puede enderezarse, sin hacer saltar toda la superestructura formada por las capas de la sociedad oficial.


Por su forma, aunque no por su contenido, la lucha del proletariado contra la burguesía es primeramente una lucha nacional. Es natural que el proletariado de cada país debe acabar en primer lugar con su propia burguesía.


Al esbozar las fases más generales del desarrollo del proletariado, hemos seguido el curso de la guerra civil más o menos oculta que se desarrolla en el seno de la sociedad existente, hasta el momento en que se transforma en una revolución abierta, y el proletariado, derrocando por la violencia a la burguesía, implanta su dominación.


Todas las sociedades anteriores, como hemos visto, han descansado en el antagonismo entre clases opresoras y oprimidas. Mas para oprimir a una clase, es preciso asegurarle , unas condiciones que le permitan, por lo menos, arrastrar su existencia de esclavitud. El siervo, en pleno régimen de servidumbre, llegó a miembro de la comuna, lo mismo que el pequeño burgués llegó a elevarse a la categoría de burgués bajo el yugo del absolutismo feudal. El obrero moderno, por el contrario, lejos de elevarse con el progreso de la industria, desciende siempre más y más por debajo de las condiciones de vida de su propia clase. El trabajador cae en la miseria, y el pauperismo crece más rápidamente todavía que la población y la riqueza. Es, pues, evidente que la burguesía ya no es capaz de seguir desempeñando el papel de clase dominante de la sociedad ni de imponer a ésta, como ley reguladora, las condiciones de existencia de su clase. No es capaz de dominar, porque no es capaz de asegurar a su esclavo la existencia ni siquiera dentro del marco de la esclavitud, porque se ve obligada a dejarle decaer hasta el punto de tener que mantenerle, en lugar de ser mantenida por él. La sociedad ya no puede vivir bajo su dominación; lo que equivale a decir que la existencia de la burguesía es, en lo sucesivo, incompatible con la de la sociedad.


La condición esencial de la existencia y de la dominación de la clase burguesa es la acumulación de la riqueza en manos de particulares [22], la formación y el acrecentamiento del capital. La condición de existencia del capital es el trabajo asalariado. El trabajo asalariado descansa exclusivamente sobre la competencia de los obreros entre sí. El progreso de la industria, del que la burguesía, incapaz de oponérsele, es agente involuntario, sustituye el aislamiento de los obreros, resultante de la competencia, por su unión revolucionaria mediante la asociación. Así, el desarrollo de la gran industria socava bajo los pies de la burguesía las bases sobre las que ésta produce y se apropia lo producido. La burguesía produce, ante todo, sus propios sepultureros. Su hundimiento y la victoria del proletariado son igualmente inevitables.

- II -
PROLETARIOS Y COMUNISTAS
¿Qué relación mantienen los comunistas con respecto a los proletarios en general?
Los comunistas no forman un partido aparte, opuesto a los otros partidos obreros.
No tienen intereses algunos que no sean los intereses del conjunto del proletariado.
No proclaman principios especiales [23] a los que quisieran amoldar el movimiento proletario.
Los comunistas sólo se distinguen de los demás partidos proletarios en que, por una parte, en las diferentes luchas nacionales de los proletarios, destacan y hacen valer los intereses comunes a todo el proletariado, independientemente de la nacionalidad; y, por otra parte, en que, en las diferentes fases de desarrollo por que pasa la lucha entre el proletariado y la burguesía, representan siempre los intereses del movimiento en su conjunto.


Prácticamente, los comunistas son, pues, el sector más resuelto [24] de los partidos obreros de todos los países, el sector que siempre impulsa adelante a los demás; teóricamente, tienen sobre el resto del proletariado la ventaja de su clara visión de las condiciones, de la marcha y de los resultados generales del movimiento proletario.


El objetivo inmediato de los comunistas es el mismo que el de todos los demás partidos proletarios: constitución de los proletarios en clase, derrocamiento de la dominación burguesa, conquista del Poder político por el proletariado.


Las tesis teóricas de los comunistas no se basan en modo alg

uno en ideas y principios inventados o descubiertos por tal o cual reformador del mundo.
No son sino la expresión de conjunto de las condiciones reales de una lucha de clases existente, de un movimiento histórico que se está desarrollando ante nuestros ojos. La abolición de las relaciones de propiedad existentes desde antes no es una característica peculiar y exclusiva del comunismo.


Todas las relaciones de propiedad han sufrido constantes cambios históricos, continuas transformaciones históricas.


La revolución francesa, por ejemplo, abolió la propiedad feudal en provecho de la propiedad burguesa.


El rasgo distintivo del comunismo no es la abolición de la propiedad en general, sino la abolición de la propiedad burguesa.


Pero la propiedad privada actual, la propiedad burguesa, es la última y más acabada expresión del modo de producción y de apropiación de lo producido basado en los antagonismos de clase, en la explotación de los unos por los otros [25].


En este sentido los comunistas pueden resumir su teoría en esta fórmula única: abolición de la propiedad privada.


Se nos ha reprochado a los comunistas el querer abolir la propiedad personalmente adquirida, fruto del trabajo propio, esa propiedad que forma la base de toda libertad, de toda actividad, de toda independencia individual.


¡La propiedad bien adquirida, fruto del trabajo, del esfuerzo personal! ¿Os referis acaso a la propiedad del pequeño burgués, del pequeño labrador, esa forma de propiedad que precede a la propiedad burguesa? No tenemos que abolirla: el progreso de la industria la ha abolido y está aboliéndola a diario.


¿O tal vez os referís a la propiedad privada moderna, a la propiedad burguesa?


Pero, ¿es que el trabajo asalariado, el trabajo del proletario, crea propiedad para el proletario? De ninguna manera. Lo que crea es capital, es decir, la propiedad que explota al trabajo asalariado y que no puede acrecentarse sino a condición de producir nuevo trabajo asalariado, para explotarlo a su vez. En su forma actual, la propiedad se mueve en el antagonismo entre el capital y el trabajo asalariado. Examinemos los dos términos de este antagonismo.
Ser capitalista significa ocupar, no sólo una posición meramente personal en la producción, sino también una posición social. El capital es un producto colectivo; no puede ser puesto en movimiento sino por la actividad conjunta de muchos miembros de la sociedad y, en último término, sólo por la actividad conjunta de todos los miembros de la sociedad.
El capital no es, pues, una fuerza personal; es una fuerza social.


En consecuencia, si el capital es transformado en propiedad colectiva, perteneciente a todos los miembros de la sociedad, no es la propiedad personal la que se transforma en propiedad social. Sólo habrá cambiado el carácter social de la propiedad. Esta perderá su carácter de clase.
Examinemos el trabajo asalariado.


El precio medio del trabajo asalariado es el mínimo del salario, es decir, la suma de los medios de subsistencia indispensables al obrero para consenar su vida como tal obrero. Por consiguiente, lo que el obrero asalariado se apropia por su actividad es estrictamente lo que necesita para la mera reproducción de su vida. No queremos de ninguna manera abolir esta apropiación personal de los productos del trabajo, indispensable a la mera reproducción de la vida humana, esa apropiación, que no deja ningún beneficio líquido que pueda dar un poder sobre el trabajo de otro. Lo que queremos suprimir es el carácter miserable de esa apropiación, que hace que el obrero no viva sino para acrecentar el capital y tan sólo en la medida en que el interes de la clase dominante exige que viva.


En la sociedad burguesa, el trabajo viviente no es más que un medio de incrementar el trabajo acumulado. En la sociedad comunista, el trabajo acumulado no es más que un medio de ampliar, enriquecer y hacer más fácil la vida de los trabajadores.


De este modo, en la sociedad burguesa el pasado domina al presente; en la sociedad comunista es el presente el que domina al pasado. En la sociedad burguesa el capital es independiente y tiene personalidad, mientras que el individuo que trabaja carece de independencia y de personalidad.
¡Y es la abolición de semejante estado de cosas lo que la burguesía considera como la abolición de la personalidad y de la libertad! Y con razón. Pues se trata efectivamente de abolir la personalidad burguesa, la independencia burguesa y la libertad burguesa.


Por libertad, en las condiciones actuales de la producción burguesa, se entiende la libertad de comercio, la libertad de comprar y vender.


Desaparecido el chalaneo, desaparecerá también la libertad de chalanear. Las declamaciones sobre la libertad de chalaneo, lo mismo que las demás bravatas liberales de nuestra burguesía, sólo tienen sentido aplicadas al chalaneo encadenado y al burgués sojuzgado de la Edad Media; pero no ante la abolición comunista del chalaneo, de las relaciones de producción burguesas y de la propia burguesía.


Os horrorizáis de que queramos abolir la propiedad privada. Pero en vuestra sociedad actual la propiedad privada está abolida para las nueve décimas partes de sus miembros. Precisamente porque no existe para esas nueve décimas partes existe para vosotros. Nos reprocháis, pues, el querer abolir una forma de propiedad que no puede existir sino a condición de que la inmensa mayoría de la sociedad sea privada de propiedad.


En una palabra, nos acusáis de querer abolir vuestra propiedad. Efectivamente, eso es lo que queremos.


Según vosotros, desde el momento en que el trabajo no puede ser convertido en capital, en dinero, en renta de la tierra, en una palabra, en poder social susceptible de ser monopolizado; es decir, desde el instante en que la propiedad personal no puede transformarse en propiedad burguesa [26], desde ese instante la personalidad queda suprimida.


Reconocéis, pues, que por personalidad no entendéis sino al burgués, al propietario burgués. Y esta personalidad ciertamente debe ser suprimida.


El comunismo no arrebata a nadie la facultad de apropiarse de los productos sociales; no quita más que el poder de sojuzgar el trabajo ajeno por medio de esta apropiación.


Se ha objetado que con la abolición de la propiedad privada cesaría toda actividad y sobrevendría una indolencia general.


Si así fuese, hace ya mucho tiempo que la sociedad burguesa habría sucumbido a manos de la holgazanería, puesto que en ella los que trabajan no adquieren y los que adquieren no trabajan. Toda la objeción se reduce a esta tautologia: no hay trabajo asalariado donde no hay capital.
Todas las objeciones dirigidas contra el modo comunista de apropiación y de producción de los productos materiales han sido hechas igualmente respecto a la apropiación y a la producción de los productos del trabajo intelectual. Lo mismo que para el burgués la desaparición de la propiedad de clase equivale a la desaparición de toda producción, la desaparición de la cultura de clase significa para él la desaparición de toda cultura.


La cultura, cuya pérdida deplora, no es para la inmensa mayoría de los hombres más que el adiestramiento que los transforma en máquinas.


Mas no discutáis con nosotros mientras apliquéis a la abolición de la propiedad burguesa el criterio de vuestras nociones burguesas de libertad, cultura, derecho, etc. Vuestras ideas son en sí mismas producto de las relaciones de producción y de propiedad burguesas, como vuestro derecho no es más que la voluntad de vuestra clase erigida en ley; voluntad cuyo contenido está determinado por las condiciones materiales de existencia de vuestra clase.


La concepción interesada que os ha hecho erigir en leyes eternas de la Naturaleza y de la Razón las relaciones sociales dimanadas de vuestro transitorio modo de producción y de propiedad -- relaciones históricas que surgen y desaparecen en el curso de la producción --, la compartis con todas las clases dominantes hoy desaparecidas. Lo que concebís para la propiedad antigua, lo que concebís para la propiedad feudal, no os atrevéis a admitirlo para la propiedad burguesa.
¡Querer abolir la familia! Hasta los mas radicales se indignan ante este infame designio de los comunistas.


¿En qué bases descansa la familia actual, la familia burguesa? En el capital, en el lucro privado. La familia, plenamente desarrollada, no existe más que para la burguesía; pero encuentra su complemento en la supresión forzosa de toda familia para el proletariado y en la prostitución pública.


La familia burguesa desaparece naturalmente al dejar de existir ese complemento suyo, y ambos desaparecen con la desaparición del capital.


¿Nos reprocháis el querer abolir la explotación de los hijos por sus padres? Confesamos este crimen.


Pero decís que destruimos los vinculos más íntimos, sustituyendo la educación doméstica por la educación social.


Y vuestra educación, ¿no está también determinada por la sociedad, por las condiciones sociales en que educáis a vuestros hijos, por la intervención directa o indirecta de la sociedad a través de la escuela, etc.? Los comunistas no han inventado esta ingerencia de la sociedad en la educación, no hacen más que cambiar su carácter y arrancar la educación a la influencia de la clase dominante.


Las declamaciones burguesas sobre la familia y la educación, sobre los dulces lazos que unen a los padres con sus hijos, resultan más repugnantes a medida que la gran industria destruye todo vinculo de familia para el proletario y transforma a los niños en simples articulos de comercio, en simples instrumentos de trabajo.


¡Pero es que vosotros, los comunistas, queréis establecer la comunidad de las mujeres! -- nos grita a coro toda la burguesía.


Para el burgués, su mujer no es otra cosa que un instrumento de producción. Oye decir que los instrumentos de producción deben ser de utilización común, y, naturalmente, no puede por menos de pensar que las mujeres correrán la misma suerte.
No sospecha que se trata precisamente de acabar con esa situación de la mujer como simple instrumento de producción.


Nada más grotesco, por otra parte, que el horror ultramoral que inspira a nuestros burgueses la pretendida comunidad oficial de las mujeres que atribuyen a los comunistas. Los comunistas no tienen necesidad de introducir la comunidad de las mujeres: casi siempre ha existido.
Nuestros burgueses, no satisfechos con tener a su disposición las mujeres y las hijas de sus obreros, sin hablar de la prostitución oficial, encuentran un placer singular en encornutarse mutuamente.


El matrimonio burgués es, en realidad, la comunidad de las esposas. A lo sumo, se podría acusar a los comunistas de querer sustituir una comunidad de las mujeres hipócritamente disimulada, por una comunidad franca y oficial. Es evidente, por otra parte, que con la abolición de las relaciones de producción actuales desaparecerá la comunidad de las mujeres que de ellas se deriva, es decir, la prostitución oficial y privada.


Se acusa también a los comunistas de querer abolir la patria, la nacionalidad.


Los obreros no tienen patria. No se les puede arrebatar lo que no poseen. Mas, por cuanto el proletariado debe en primer lugar conquistar el Poder politico, elevarse a la condición de clase nacional [27], constituirse en nación, todavía es nacional, aunque de ninguna manera en el sentido burgués.


El aislamiento nacional y los antagonismos entre los pueblos desaparecen de día en día con el desarrollo de la burguesía, la libertad de comercio y el mercado mundial, con la uniformidad de la producción industrial y las condiciones de existencia que le corresponden.


El dominio del proletariado los hará desaparecer más de prisa todavía. La acción común del proletariado, al menos el de los países civilizados, es una de las primeras condiciones de su emancipación.


En la misma medida en que sea abolida la explotación de un individuo por otro, será abolida la explotación de una nación por otra.


Al mismo tiempo que el antagonismo de las clases en el interior de las naciones, desaparecerá la hostilidad de las naciones entre sí.


En cuanto a las acusaciones lanzadas contra el comunismo, partiendo del punto de vista de la religión, de la filosofía y de la ideología en general, no merecen un examen detallado.


¿Acaso se necesita una gran perspicacia para comprender que con toda modificación sobrevenida en las condiciones de vida, en las relaciones sociales, en la existencia social cambian también las ideas, las nociones y las concepciones en una palabra, la conciencia del hombre?
¿Qué demuestra la historia de las ideas sino que la producción intelectual se transforma con la producción material? Las ideas dominantes en cualquier época no han sido nunca más que las ideas de la clase dominante.


Cuando se habla de ideas que revolucionan toda una sociedad, se expresa solamente el hecho de que en el seno de la vieja sociedad se han formado los elementos de una nueva, y la disolución de las viejas ideas marcha a la par con la disolución de las antiguas condiciones de vida.


En el ocaso del mundo antiguo las viejas religiones fueron vencidas por la religión cristiana.


Cuando en el siglo XVIII las ideas cristianas fueron vencidas por las ideas de la Ilustración, la sociedad feudal libraba una lucha a muerte contra la burguesía, entonces revolucionaria. Las ideas de libertad religiosa y de libertad de conciencia no hicieron más que reflejar el reinado de la libre concurrencia en el dominio de la conciencia [28].


"Sin duda -- se nos dirá --, las ideas religiosas, morales, filosóficas, políticas, jurídicas, etc., se han ido modificando en el curso del desarrollo histórico. Pero la religión, la moral, la filosofía, la política, el derecho, se han mantenido siempre a través de estas transformaciones.


Existen, además, verdades eternas, tales como la libertad, la justicia, etc., que son comunes a todo estado de la sociedad. Pero el comunismo quiere abolir estas verdades eternas, quiere abolir la religión y la moral, en lugar de dades una forma nueva, y por eso contradice a todo el desarrollo histórico anterior."


¿A qué se reduce esta acusación? La historia de todas las sociedades que han existido hasta hoy se desenvuelve en medio de contradicciones de clase, de contradicciones que revisten formas diversas en las diferentes épocas.


Pero cualquiera que haya sido la forma de estas contradicciones, la explotación de una parte de la sociedad por la otra es un hecho común a todos los siglos anteriores. Por consiguiente, no tiene nada de asombroso que la conciencia social de todas las edades, a despecho de toda variedad y de toda diversidad, se haya movido siempre dentro de ciertas formas comunes, dentro de unas formas [29] -- formas de conciencia --, que no desaparecerán completamente más que con la desaparición definitiva de los antagonismos de clase.


La revolución comunista es la ruptura más radical con las relaciones de propiedad tradicionales, nada de extraño tiene que en el curso de su desarrollo rompa de la manera más radical con las ideas tradicionales.


Mas, dejemos aquí las objeciones hechas por la burguesía al comunismo.


Como ya hemos visto más arriba, el primer paso de la revolución obrera es la elevación del proletariado a clase dominante, la conquista de la democracia.


El proletariado se valdrá de su dominación política para ir arrancando gradualmente a la burguesía todo el capital, para centralizar todos los instrumentos de producción en manos del Estado, es decir, del proletariado organizado como clase dominante, y para aumentar con la mayor rapidez posible la suma de las fuerzas productivas.


Esto, naturalmente, no podrá cumplirse al principio más que por una violación despótica del derecho de propiedad y de las relaciones burguesas de producción, es decir, por la adopción de medidas que desde el punto de vista económico parecerán insuficientes e insostenibles, pero que en el curso del movimiento se sobrepasarán a sí mismas [30] y serán indispensables como medio para transformar radicalmente todo el modo de producción.


Estas medidas, naturalmente, serán diferentes en los diversos países.


Sin embargo, en los países más avanzados podrán ser puestas en práctica casi en todas partes las siguientes medidas:


1. Expropiación de la propiedad territorial y empleo de la renta de la tierra para los gastos del Estado.
2. Fuerte impuesto progresivo.
3. Abolición del derecho de herencia.
4. Confiscación de la propiedad de todos los emigrados y sediciosos.
5. Centralización del crédito en manos del Estado por medio de un Banco nacional con capital del Estado y monopolio exdusivo.
6. Centralización en manos del Estado de todos los medios de transporte.
7. Multiplicación de las empresas fabriles pertenecientes al Estado y de los instrumentos de producción, roturación de los terrenos incultos y mejoramiento de las tierras, según un plan general.
8. Obligación de trabajar para todos; organización de ejércitos industriales, particularmente para la agricultura.
9. Combinación de la agricultura y la industria; medidas encaminadas a hacer desaparecer gradualmente la oposición [31] entre la ciudad y el campo. [32]
10. Educación pública y gratuita de todos los niños; abolición del trabajo de éstos en las fábricas tal como se practica hoy; régimen de educación combinado con la producción material, etc., etc.

Una vez que en el curso del desarrollo hayan desaparecido las diferencias de clase y se haya concentrado toda la producción en manos de los individuos asociados, el Poder público perderá su carácter político. El Poder político, hablando propiamente, es la violencia organizada de una clase para la opresión de otra. Si en la lucha contra la burguesía el proletariado se constituye indefectiblemente en clase; si mediante la revolución se convierte en clase dominante y, en cuanto clase dominante, suprime por la fuerza las viejas relaciones de producción, suprime al mismo tiempo que estas relaciones de producción las condiciones para la existencia del antagonismo de clase y de las clases en general [33], y, por tanto, su propia dominación como clase.


En sustitución de la antigua sociedad burguesa, con sus clases y sus antagonismos de clase, surgirá una asociación en que el libre desenvolvimento de cada uno será la condición del libre desenvolvimiento de todos.

III
LITERATURA SOCIALISTA Y COMUNISTA
1. EL SOCIALISMO REACCIONARIO
a) El socialismo feudal
Por su posición histórica, la aristocracia francesa e inglesa estaban llamadas a escribir libelos contra la moderna sociedad burguesa. En la revolución francesa de julio de 1830 y en el movimiento inglés por la reforma, habían sucumbido una vez más bajo los golpes del odiado advenedizo. En adelante no podía hablarse siquiera de una lucha política seria. No les quedaba más que la lucha literaria. Pero, también en el terreno literario, la vieja fraseología de la época de la Restauración [*5*] había llegado a ser inaplicable. Para crearse simpatías era menester que la aristocracia aparentase no tener en cuenta sus propios intereses y que formulara su acta de acusación contra la burguesía sólo en interés de la clase obrera explotada. Dióse de esta suerte la satisfacción de componer canciones satíricas contra su nuevo amo y de musitarle al oido profecías más o menos siniestras.
Así es como nació el socialismo feudal, mezcla de jeremiadas y pasquines, de ecos del pasado y de amenazas sobre el porvenir. Si alguna vez su crítica amarga, mordaz e ingeniosa hirió a la burguesía en el corazón, su incapacidad absoluta para comprender la marcha de la historia moderna concluyó siempre por cubrirle de ridículo.
A guisa de bandera, estos señores enarbolaban un mísero zurrón de proletario, a fin de atraer al pueblo. Pero cada vez que el pueblo acudía, advertía que sus posaderas estaban ornadas con el viejo blasón feudal y se dispersaban en medio de grandes e irreverentes carcajadas.
Una parte de los legitimistas franceses y la "Joven Inglaterra" [34] han dado al mundo este espectáculo.
Cuando los campeones del feudalismo demuestran que su modo de explotación era distinto del de la burguesía, olvidan una cosa, y es que ellos explotaban en condiciones y circunstancias por completo diferentes y hoy anticuadas. Cuando advierten que bajo su dominación no existia el proletariado moderno, olvidan que la burguesía moderna es precisamente un retoño fatal del régimen social suyo.
Disfrazan tan poco, por otra parte, el carácter reaccionario de su crítica, que la principal acusación que presentan contra la burguesía es precisamente haber creado bajo su régimen una clase que hará saltar por los aires todo el antiguo orden social.
Lo que imputan a la burguesía no es tanto el haber hecho surgir un proletariado en general, sino el haber hecho surgir un proletariado revolucionario.
Por eso, en la práctica política, toman parte en todas las medidas de represión contra la clase obrera. Y en la vida diaria, a pesar de su fraseología ampulosa, se las ingenian para recoger las manzanas de oro caídas del árbol de la industria y trocar el honor, el amor y la fidelidad por el comercio en lanas, azúcar de remolacha y aguardiente [*6*].
Del mismo modo que el cura y el señor feudal marcharon siempre de la mano, el socialismo clerical marcha unido con el socialismo feudal.
Nada más fácil que recubrir con un barniz socialista el ascetismo cristiano. ¿Acaso el cristianismo no se levantó también contra la propiedad privada, el matrimonio y el Estado? ¿No predicó en su lugar la caridad y la pobreza, el celibato y la mortificación de la carne, la vida monástica y la iglesia? El socialismo cristiano [35] no es más que el agua bendita con que el clérigo consagra el despecho de la aristocracia.

b) El socialismo pequeñoburgués
La aristocracia feudal no es la única clase derrumbada por la burguesía, y no es la única clase cuyas condiciones de existencia empeoran y van extinguiéndose en la sociedad burguesa moderna. Los villanos de las ciudades medievales y el estamento de los pequeños agricultores de la Edad Media fueron los precursores de la burguesía moderna. En los países de una industria y un comercio menos desarrollados esta clase continúa vegetando al lado de la burguesía en auge.
En los países donde se ha desarrollado la civilización moderna, se ha formado -- y, como parte complementaria de la sociedad burguesa, sigue formándose sin cesar -- una nueva clase de pequeños burgueses que oscila entre el proletariado y la burguesía. Pero los individuos que la componen se ven continuamente precipitados a las filas del proletariado a causa de la competencia, y, con el desarrollo de la gran industria, ven aproximarse el momento en que desaparecerán por completo como fracción independiente de la sociedad moderna y en que serán reemplazados en el comercio, en la manufactura y en la agricultura por capataces y empleados.
En países como Francia, donde los campesinos constituyen bastante más de la mitad de la población, es natural que los escritores que defendían la causa del proletariado contra la burguesía, aplicasen a su crítica del régimen burgués el rasero del pequeño burgués y del pequeño campesino, y defendiesen la causa obrera desde el punto de vista de la pequeña burguesía. Así se formo el socialismo pequeñoburgués. Sismondi es el más alto exponente de esta literatura, no sólo en Francia, sino también en Inglaterra.
Este socialismo analizó con mucha sagacidad las contradicciones a las modernas relaciones de producción. Puso al desnudo las hipócritas apologías de los economistas. Demostró de una manera irrefutable los efectos destructores del maquinismo y de la división del trabajo, la concentración de los capitales y de la propiedad territorial, la superproducció n, las crisis, la inevitable ruina de los pequeños burgueses y de los campesinos, la miseria del proletariado, la anarquía en la producción, la escandalosa desigualdad en la distribución de las riquezas, la exterminadora guerra industrial de las naciones entre sí, la disolución de las viejas costumbres, de las antiguas relaciones familiares, de las viejas nacionalidades.
Sin embargo, el contenido positivo de ese socialismo consiste, bien en su anhelo de restablecer los antiguos medios de producción y de cambio, y con ellos las antiguas relaciones de propiedad y toda la sociedad antigua, bien en querer encajar por la fuerza los medios modernos de producción y de cambio en el marco estrecho de las antiguas relaciones de propiedad, que ya fueron rotas, que fatalmente debían ser rotas por ellos. En uno y otro caso, este socialismo es a la vez reaccionario y utópico.
Para la manufactura, el sistema gremial; para la agricultura, el régimen patriarcal; he aquí su última palabra.
En su ulterior desarrollo esta tendencia ha caído en una decepción cobarde [36].

c) El socialismo alemán o socialismo "verdadero"
La literatura socialista y comunista de Francia, que nació bajo el yugo de una burguesía dominante y es la expresión literaria de la lucha contra dicha dominación, fue introducida en Alemania en el momento en que la burguesía acababa de comenzar su lucha contra el absolutismo feudal.
Filósofos, semifilósofos e ingenios de salón alemanes se lanzaron avidamente sobre esta literatura; pero olvidaron que con la importación de la literatura francesa no habían sido importadas a Alemania, al mismo tiempo, las condiciones sociales de Francia. En las condiciones alemanas, la literatura francesa perdió toda significación práctica inmediata y tomó un carácter puramente literario. Debía parecer más bien una especulación ociosa sobre la sociedad verdadera [37], sobre la realización de la esencia humana. [38] De este modo, para los filósofos alemanes del siglo XVIII las reivindicaciones de la primera revolución francesa no eran más que las reivindicaciones de la "razón práctica" en general, y las manifestaciones de la voluntad de la burguesía revolucionaria de Francia no expresaban a sus ojos más que las leyes de la voluntad pura, de la voluntad tal como debe ser, de la voluntad verdaderamente humana.
Toda la labor de los literatos alemanes se redujo únicamente a poner de acuerdo las nuevas ideas francesas con su vieja conciencia filosófica, o, más exactamente, a asimilarse las ideas francesas partiendo de sus propias opiniones filosóficas.
Y se las asimilaron como se asimila en general una lengua extranjera: por la traducción.
Se sabe cómo los frailes superpusieron sobre los manuscritos de las obras clásicas del antiguo paganismo las absurdas descripciones de la vida de los santos católicos. Los literatos alemanes procedieron inversamente con respecto a la literatura profana francesa. Deslizaron sus absurdos filosóficos bajo el original francés. Por ejemplo: bajo la crítica francesa de las funciones del dinero, escribían: "enajenación de la esencia humana"; bajo la crítica francesa del Estado burgués, decían: "eliminación del poder de lo universal abstracto", y así suce sivamente.
A esta interpolación de su fraseología filosófica en la crítica francesa le dieron el nombre de "filosofía de la acción", "socialismo verdadero", "ciencia alemana del socialismo", "fundamentació n filosófica del socialismo", etc.
De esta manera fue completamente castrada la literatura socialista-comunist a francesa. Y como en manos de los alemanes dejó de ser la expresión de la lucha de una clase contra otra, los alemanes se imaginaron estar muy por encima de la "estrechez francesa" y haber defendido, en lugar de las verdaderas necesidades, la necesidad de la verdad, en lugar de los intereses del proletariado, los intereses de la esencia humana, del hombre en general, del hombre que no pertenece a ninguna clase ni a ninguna realidad y que no existe más que en el cielo brumoso de la fantasía filosófica.
Este socialismo alemán, que tomaba tan solemnemente en serio sus torpes ejercicios de escolar y que con tanto estrépito charlatanesco los lanzaba a los cuatro vientos, fue perdiendo poco a poco su inocencia pedantesca.
La lucha de la burguesía alemana, y principalmente de la burguesía prusiana, contra los feudales y la monarquía absoluta, en una palabra, el movimiento liberal adquiría un carácter más serio.
De esta suerte, ofreciósele al "verdadero" socialismo la ocasion tan deseada de contraponer al movimiento político las reivindicaciones socialistas, de fulminar los anatemas tradicionales contra el liberalismo, contra el Estado representativo, contra la concurrencia burguesa, contra la libertad burguesa de prensa, contra el derecho burgués, contra la libertad y la igualdad burguesas y de predicar a las masas populares que ellas no tenían nada que ganar, y que más bien perderían todo, en este movimiento burgués. El socialismo alemán olvidó muy a propósito que la crítica francesa, de la cual era un simple eco insípido, presuponía la sociedad burguesa moderna, con las correspondientes condiciones materiales de existencia y una constitución política adecuada es decir, precisamente las premisas que todavía se trataba de conquistar en Alemania.
Para los gobiernos absolutos de Alemania, con su séquito de clérigos, de pedagogos, de hidalgos rústicos y de burócratas, este socialismo se convirtió en un espantajo propicio contra la burguesía que se levantaba amenazadora.
Formó el complemento dulzarrón de los amargos latigazos y tiros con que esos mismos gobiernos respondieron a los alzamientos de los obreros alemanes.
Si el "verdadero" socialismo se convirtió de este modo en un arma en manos de los gobiernos contra la burguesía alemana, representaba además, directamente, un interés reaccionario, el interés del pequeño burgués alemán [39]. La clase de los pequeños burgueses, legada por el siglo XVI, y desde entonces renaciendo sin cesar bajo diversas formas, constituye para Alemania la verdadera base social del orden establecido.
Mantenerla es conservar en Alemania el orden establecido. La supremacia industrial y política de la burguesía le amenaza con una muerte cierta: de una parte, por la concentración de los capitales, y de otra, por el desarrollo de un proletariado revolucionario. A la pequeña burguesía le pareció que el "verdadero" socialismo podía matar los dos pájaros de un tiro. Y éste se propagó como una epidemia. Tejido con los hilos de araña de la especulación, bordado de flores retóricas y bañado por un rocío sentimental, ese ropaje fantástico en que los socialistas alemanes envolvieron sus tres o cuatro descarnadas "verdades eternas", no hizo sino aumentar la demanda de su mercancía entre semejante público.
Por su parte, el socialismo alemán comprendió cada vez mejor que estaba llamado a ser el representante pomposo de esta pequeña burguesía.
Proclamó que la nación alemana era la nación modelo y el mesócrata alemán el hombre modelo. A todas las infamias de este hombre modelo les dio un sentido oculto, un sentido superior y socialista, contrario a lo que era realidad. Fue consecuente hasta el fin, manifestándose de un modo directo contra la tendencía "brutalmente destructiva" del comunismo y declarando su imparcial elevación por encima de todas las luchas de clases. Salvo muy raras excepciones, todas las obras llamadas socialistas y comunistas que circulan en Alemania pertenecen a esta inmunda y enervante literatura [*7*].

2. EL SOCIALISMO CONSERVADOR O BURGUÉS
Una parte de la burguesía desea remediar los males sociales con el fin de consolidar la sociedad burguesa.
A esta categoría pertenecen los economistas, los filántropos, los humanitarios, los que pretenden mejorar la suerte de las clases trabajadoras, los organizadores de la beneficencia, los protectores de animales, los fundadores de las sociedades de templanza, los reformadores domésticos de toda suerte. Y hasta se ha llegado a elaborar este socialismo burgués en sistemas completos.
Citemos como ejemplo la "Filosofía de la Misería", de Proudhon.
Los burgueses socialistas quieren perpetuar las condiciones de vida de la sociedad moderna, pero sin las luchas y los peligros que surgen fatalmente de ellas. Quieren perpetuar la sociedad actual, pero sin los elementos que la revolucionan y descomponen. Quieren la burguesía sin el proletariado. La burguesía, como es natural, se representa el mundo en que ella domina como el mejor de los mundos. El socialismo burgués elabora en un sistema más o menos completo esta representació n consoladora. Cuando invita al proletariado a realizar su sistema y a entrar en la nueva Jerusalén, no hace otra cosa, en el fondo, que inducirle a continuar en la sociedad actual, pero despojándose de la concepción odiosa que se ha formado de ella.
Otra forma de este socialismo, menos sistematica, pero más práctica, intenta apartar a los obreros de todo movimiento revolucionario, demostrándoles que no es tal o cual cambio político el que podrá beneficiarles, sino solamente una transformacion de las condiciones materiales de vida, de las relaciones económicas. Pero, por transformació n de las condiciones materisles de vida, este socialismo no entiende, en modo alguno, la abolición de las relaciones de producción burguesas -- lo que no es posible más que por vía revolucionaria --, sino únicamente reformas administrativas realizadas sobre la base de las mismas relaciones de producción burguesas, y que, por tanto, no afectan a las relaciones entre el capital y el trabajo asalariado, sirviendo únicamente, en el mejor de los casos, para reducirle a la burguesía los gastos que requiere su dominio y para simplificarle la administració n de su Estado.
El socialismo burgués no alcanza su expresión adecuada sino cuando se convierte en simple figura retórica.
¡Libre cambio, en interés de la clase obrera!. ¡Aranceles protectores, en interés de la clase obrera! ¡Prisiones celulares, en interés de la clase obrera! He ahí la última palabra del socialismo burgués, la única que ha dicho seriamente.
El socialismo burgués se resume precisamente en esta afirmación: los burgueses son burgueses en interés de la clase obrera.

3. EL SOCIALISMO Y EL COMUNISMO CRÍTICO-UTÓPICOS
No se trata aquí de la literatura que en todas las grandes revoluciones modernas ha formulado las reivindicaciones del proletariado (los escritos de Babeuf, etc.).
Las primeras tentativas directas del proletariado para hacer prevalecer sus propios intereses de clase, realizadas en tiempos de efervescencia general, en el período del derrumbamiento de la sociedad feudal, fracasaron necesariamente, tanto por el débil desarrollo del mismo proletariado como por la ausencia de las condiciones materiales de su emancipación, condiciones que surgen sólo como producto del advenimiento de la época burguesa. La literatura revolucionaria que acompaña a estos primeros movimientos del proletariado, era forzosamente, por su contenido, reaccionaria. Preconizaba un ascetismo general y un burdo igualitarismo.
Los sistemas socialistas y comunistas propiamente dichos, los sistemas de Saint-Simón, de Fourier, de Owen, etc., hacen su aparición en el período inicial y rudimentario de la lucha entre el proletariado y la burguesía, período descrito anteriormente. (Véase "Burgueses y proletarios" .)
Los inventores de estos sistemas, por cierto, se dan cuenta del antagonismo de las clases, así como de la acción de los elementos destructores dentro de la misma sociedad dominante. Pero no advierten del lado del proletariado ninguna iniciativa histórica, ningún movimiento político que le sea propio.
Como el desarrollo del antagonismo de clases va a la par con el desarrollo de la industria, ellos tampoco pueden encontrar las condiciones materiales de la emancipación del proletariado, y se lanzan en busca de una ciencia social, de unas leyes sociales que permitan crear esas condiciones.
En lugar de la acción social tienen que poner la acción de su propio ingenio; en lugar de las condiciones históricas de la emancipación, condiciones fantásticas; en lugar de la organización gradual del proletariado en clase, una organización de la sociedad inventada por ellos. La futura historia del mundo se reduce para ellos a la propaganda y ejecución práctica de sus planes sociales.
En la confección de sus planes tienen conciencia, por cierto, de defender ante todo los intereses de la clase obrera, por ser la clase que más sufre. El proletariado no existe para ellos sino bajo el aspecto de la clase que más padece.
Pero la forma rudimentaria de la lucha de clases, así como su propia posición social, les lleva a considerarse muy por encima de todo antagonismo de clase. Desean mejorar las condiciones de vida de todos los miembros de la sociedad, incluso de los más privilegiados. Por eso, no cesan de apelar a toda la sociedad sin distinción, e incluso se dirigen con preferencia a la clase dominante. Porque basta con comprender su sistema, para reconocer que es el mejor de todos los planes posibles de la mejor de todas las sociedades posibles.
Repudian por eso, toda acción política, y en particular, toda acción revolucionaria; se proponen alcanzar su objetivo por medios pacíficos, intentando abrir camino al nuevo evangelio social valiéndose de la fuerza del ejemplo, por medio de pequeños experimentos, que, naturalmente, fracasan siempre.
Estas fantásticas descripciones de la sociedad futura, que surgen en una época en que el proletariado, todavía muy poco desarrollado, considera aún su propia situación de una manera también fantástica, corresponden a [40] las primeras aspiraciones instintivas de los obreros hacia una completa transformació n de la sociedad.
Más estas obras socialistas y comunistas encierran también elementos críticos. Atacan todas las bases de la sociedad existente. Y de este modo han proporcionado materiales de un gran valor para instruir a los obreros. Sus tesis positivas referentes a la sociedad futura [41], tales como la desaparición del contraste entre la ciudad y el campo [42], la abolición de la familia, de la ganancia privada y del trabajo asalariado, la proclamación de la armonía social y la transformació n del Estado en una simple administració n de la producción; todas estas tesis no hacen sino enunciar la desaparición del antagonismo de las clases, antagonismo que comienza solamente a perfilarse y del que los inventores de sistemas no conocen todavía sino las primeras formas indistintas y confusas. Así, estas tesis tampoco tienen más que un sentido puramente utópico.
La importancia del socialismo y del comunismo crítico utópicos está en razón inversa al desarrollo histórico. A medida que la lucha de clases se acentúa y toma formas más definidas, el fantástico afán de abstraerse de ella, esa fantástica oposición que se le hace, pierde todo valor práctico, toda justificación teórica. He ahí por qué si en muchos aspectos los autores de esos sistemas eran revolucionarios, las sectas formadas por sus discípulos son siempre reaccionarias, pues se aferran a las viejas concepciones de sus maestros, a pesar del ulterior desarrollo histórico del proletariado. Buscan, pues, y en eso son consecuentes, embotar la lucha de clases y conciliar los antagonismos. Continúan soñando con la experimentació n de sus utopías sociales; con establecer falansterios aislados, crear colonias interiores en sus países o fundar una pequeña Icaria [*8*], edición en dozavo de la nueva Jerusalén. Y para la construcción de todos estos castillos en el aire se ven forzados a apelar a la filantropía de los corazones y de los bolsillos burgueses. Poco a poco van cayendo en la categoría de los socialistas reaccionarios o conservadores descritos más arriba y sólo se distinguen de ellos por una pedantería más sistemática y una fe supersticiosa y fanática en la eficacia milagrosa de su ciencia social.
Por eso, se oponen con encarnizamiento a todo movimiento político de la clase obrera, pues no ven en él sino el resultado de una ciega falta de fe en el nuevo evangelio.
Los owenistas, en Inglaterra, reaccionan contra los cartistas, y los fourieristas, en Francia, contra los reformistas [43].

- IV -
ACTITUD DE LOS COMUNISTAS ANTE LOS DIFERENTES PARTIDOS DE OPOSICIÓN
Después de lo dicho en el Capítulo II, la posición de los comunistas ante los partidos obreros ya construidos se explica por sí misma, y por tanto su posición ante los cartistas de Inglaterra y los partidarios de la reforma agraria en América del Norte.
Los comunistas luchan por alcanzar los objetivos e intereses inmediatos de la clase obrera; pero, al mismo tiempo representan y defienden también, dentro del movimiento actual, el porvenir de ese movimiento. En Francia, los comunistas se suman al Partido Socialista Democrático [*9*] contra la burguesía conservadora y radical, sin renunciar, sin embargo, al derecho de criticar las ilusiones y la fraseología legadas por la tradición revolucionaria.
En Suiza apoyan a los radicales, sin desconocer que este partido se compone de elementos contradictorios, en parte de socialistas democráticos, al estilo francés, y en parte de burgueses radicales.
Entre los polacos, los comunistas apoyan al partido que ve en una revolución agraria la condición de la liberación nacional; es decir, al partido que provocó en 1846 la insurrección de Cracovia.
En Alemania, el Partido Comunista lucha de acuerdo con la burguesía, en tanto que ésta actúa revolucionariamente contra la monarquía absoluta, la propiedad territorial feudal y la pequeña burguesía reaccionaria.
Pero jamás, en ningún momento, se olvida este partido de inculcar a los obreros la más clara conciencia del antagonismo hostil que existe entre la burguesía y el proletariado, a fin de que los obreros alemanes sepan convertir de inmediato las condiciones sociales y políticas que forzosamente ha de traer consigo la dominación burguesa en otras tantas armas contra la burguesía, a fin de que, tan pronto sean derrocadas las clases reaccionarias en Alemania, comience inmediatamente la lucha contra la misma burguesía.
Los comunistas fijan su principal atención en Alemania, porque Alemania se halla en vísperas de una revolución burguesa y porque llevará a cabo esta revolución bajo las condiciones más progresivas de la civilización europea en general, y con un proletariado mucho más desarrollado que el de Inglaterra en el siglo XVII y el de Francia en el siglo XVIII, y, por lo tanto, la revolución burguesa alemana no podrá ser sino el preludio inmediato de una revolución proletaria.
En resumen, los comunistas apoyan por doquier todo movimiento revolucionario contra el régimen social y político existente.
En todos estos movimientos ponen en primer término, como cuestión fundarnental del movimiento, la cuestión de la propiedad, cualquiera que sea la forma más o menos desarrollada que ésta revista.
En fin, los comunistas trabajan en todas partes por la unión y el acuerdo entre los partidos democráticos de todos los países.
Los comunistas consideran indigno ocultar sus ideas y propósitos. Proclaman abiertamente que sus objetivos sólo pueden ser alcanzados derrocando por la violencia todo el orden social existente. Que las clases dominantes tiemblen ante una Revolución Comunista. Los proletarios no tienen nada que perder en ella más que sus cadenas. Tienen, en cambio, un mundo que ganar.
¡PROLETARIOS DE TODOS LOS PAISES, UNIOS!

NOTAS
[1] En 1888 se publicó la edición inglesa del Manifiesto traducida por Samuel Moore. Engels revisó personalmente la versión, escribió un prefacio y puso algunas notas antes de su impresión.
[2] Referencia al "Proceso de los Comunistas en Colonia" (del 4 de octubre al 12 de noviembre de 1852). El gobierno prusiano arrestó a 11 miembros de la Liga de los Comunistas (1847-1852), la primera organización comunista internacional, que había sido dirigida por Marx y Engels y con el Manifiesto del Partido Comunista como su programa, siendo llevados a juicio con el cargo de alta traición.
[3] Una cita del discurso de Bevan, presidente del Consejo de las Tradeuniones de Swansea, celebrado como un congreso anual de las tradeuniones y llevado a cabo en esa ciudad en 1887. El diario Commonwealth (Bien Público ), contenía una información del discurso de Bevan el 17 de septiembre de 1887.
[4] Woodhull and Claflin's Weekly, semanario norteamericano publicado por la feminista burguesa Victoria Woodhull y Tennessee Claflin, en Nueva York entre 1870 y 1876. El semanario traía una versión abreviada del Manifiesto del Partido Comunista, el 30 de diciembre de 1871.
[5] Ver la la segunda edición rusa del Manifiesto.
[6] La traducción danesa aquí citada -- K. Marx og F. Engels: Det Kommunistiske Manifest, København, 1885 --, contiene algunas omisiones e inexactitudes, que Engels señaló en el prólogo de la edición alemana de 1890 del Manifiesto.
[7] La fecha que se citó no es exacta. La traducción francesa a que se refiere fue hecha por Laura Lafargue. Esta fue publicada en Le Socialiste desde el 29 de agosto al 7 de noviembre de 1885 y también impresa como un apéndice a La France Socialiste (La Francia Socialista ), de Mermeix, Paris, 1886.
Le Socialiste, semanario fundado en París por Jules Guesde en 1885. Hasta principios de 1902, era un órgano del Partido Obrero Francés; se convirtió en el órgano del Partido Socialista de Francia desde 1902 a 1905 y del Partido Socialista Francés desde 1905 adelante. Engels colaboró en el semanario en las últimas dos décadas del siglo pasado.
[8] La traducción española apareció en El Socialista, de julio a agosto de 1886 y también se publicó como folleto en ese mismo año.
El Socialista, órgano del Partido Socialista Obrero Español, era una publicación semanal que se publicó en Madrid desde 1885.
[9] Este axioma había sido planteado por Marx y Engels en una serie de sus trabajos desde 1840. Las formulaciones a que aquí se refieren pueden ser encontradas en los "Estatutos Generales de la Asociación Internacional de los Trabajadores" .
[10] En la edición inglesa de 1888, revisada por Engels, a las palabras "éxito político" se ha añadido "de esta clase".
[11] En la edición inglesa de 1888, a las palabras "república urbana independiente" se ba añadido "(como en Italia y en Alemania)", y a las palabras "tercer estado tributario de la monarquía" las palabras "(como en Francia)".
[12] En la edición alemána de 1890, en Iugar de "anteriores" dice "otras".
[13] En la edición inglesa de 1888, esta frase ha sido omitida.
[14] En la edición alemana de 1872 y en las ediciones alemanas posteriores de 1883 y 1890 las palabras "de la civilización burguesa y" han sido omitidas.
[15] En sus escritos posteriores, Marx y Engels, en lugar de "valor del trabajo" y "precio del trabajo", utilizaron "valor de la fuerza de trabajo" y "precio de la fuerza de trabajo", como también otros conceptos más precisos, anteriormente introducidos por Marx.
[16] En la edición inglesa de 1888, en lugar de "cantidad de trabajo" dice "dureza del trabajo".
[17] En la edición inglesa de 1888 en lugar de esta frase dice "Ellos dirigen sus ataques no contra las relaciones burguesas de producción; sino contra los mismos instrumentos de producción".
[18] En la edición inglesa de 1888, después de la palabra "coaliciones" ha sido añadido "(tradeuniones)".
[19] En la edición inglesa de 1888, en lugar de "elementos de su propia educación" dice "elementos de su propia educación política y general".
[20] En la edición inglesa de 1888, en lugar de "elementos de educación" dice "elementos de ilustración y progreso".
[21] En la edición inglesa de 1888, a las palabras "el movimiento independiente" se ha añadido "y consciente".
[22] En la edición inglesa de 1888, las palabras "la acumulación de la riqueza en manos de particulares" han sido omitidas.
[23] En la edición inglesa de 1888, en lugar de "especiales" dice "sectarios".
[24] En la edición inglesa de 1888, en lugar de "el sector más resuelto" dice "el sector más avanzado y más resuelto".
[25] En la edición inglesa de 1888, en lugar de "la explotación de los unos por los otros" dice "la explotación de la mayoría por la minoría".
[26] En la edición inglesa de 1888, a las palabras "en propiedad burguesa" se ha añadido "en capital".
[27] En la edición inglesa de 1888, en lugar de "elevarse a la condición de clase nacional" dice "elevarse a la condición de clase dirigente de la nación".
[28] En la edición alemana de 1872 y en las ediciones alemanas posteriores de 1883 y 1890, en lugar de "en el dominio de la conciencia." dice "en el dominio del saber".
[29] En la edición alemana de 1890, las palabras "dentro de unas formas" han sido omitidas.
[30] En la edición inglesa de 1888, a las palabras "se sobrepasarán a sí mismas" se ha añadido "exigiendo ulteriormente atacar al viejo orden social".
[31] En la edición alemana de 1872 y las ediciones alemanas posteriores de 1883 y 1890, en lugar de "la oposición" dice "las diferencias" .
[32] En la edición inglesa de 1888, en lugar de este artículo dice: "9. Combinación de la agricultura y la industria; abolición gradual de las diferencias entre la ciudad y el campo, mediante la distribución más equilibrada de la población en el país."
[33] En la edición alemana de 1872 y en las ediciones alemanas posteriores de 1883 y 1890, en lugar de "las condiciones para la existencia del antagonismo de clase y de las clases en general" dice "las condiciones para la existencia del antagonismo de clase, y las clases en general".
[34] Los legitimistas eran los sostenedores de la dinastia de los Borbones que fueton destronados en 1830 y que representaba el interes hereditario de los grandes terratenientes. En la lucha en contra de la dinastía de Orleans, que fue sostenida por la aristocracia financiera y la gran burguesia, una parte de los legitimistas frecuentemente recurrían a una suerte de demagogia social y pretendían ser los protectores de la clase trabajadora en contra de la explotación de la burguesía.
"Joven Inglaterra", un grupo de políticos ingleses y hombres de letras que pertenecían al Partido Tory. Se organizaron a principios de 1840. Los representantes de la "Joven Inglaterra" reflejaban el descontento de la aristocracia de la tierra que se oponía al crecimiento de las fuerzas económicas y políticas de la burguesía. Ellos recurrieron a métodos demagógicos, con miras a poner a la clase trabajadora bajo su influencia y usarla finalmente para combatir a los burgueses.
[35] En la edición alemana de 1848, en lugar de "socialismo cristiano" dice "socialismo sagrado y actual".
[36] En la edición inglesa de 1888, este último párrafo dice así: "Finalmente, cuando hechos históricos irrefutables desvanecieron todos los efectos embriagadores de las falsas ilusiones, esta forma de socialismo acabó en un miserable abatimiento. "
[37] En la edición alemana de 1872 y en las ediciones alemanas posteriores de 1883 y 1890, las palabras "sobre la sociedad verdadera" han sido omitidas.
[38] En la edición inglesa de 1888 esta frase ha sido omitida.
[39] En la edición inglesa de 1888, las expresiones "pequeño burgués alemán" y "pequeña burguesía alemana" han sido sustituidas, en el apartado relativo al socialismo "verdadero", por las expresiones "filisteos alemanes" y "filisteo pequeñoburgués alemán".
[40] En la edición alemana de 1872 y las ediciones alemanas posteriores de 1883 y 1890, en lugar de "corresponden a" dice "provienen de".
[41] En la edición inglesa de 1888, en lugar de "Sus tesis positivas referentes a la sociedad futura" dice "Las medidas prácticas propuestas en ellas".
[42] En la edición inglesa de 1888, en lugar de "del contraste entre la ciudad y el campo" dice "de la diferencia entre la ciudad y el campo".
[43] Se refiere a los partidarios del periódico La Reforme, órgano del Partido Socialista Democrático. Ellos propugnaban el establecimiento de una república y llevar a cabo las reformas democráticas sociales.

OBSERVACIONES
[*1*] Por burguesía se comprende a la clase de los capitalistas modernos, propietarios de los medios de produccion social, que emplean el trabajo asalariado. Por proletarios se comprende a la clase de los trabajadores asalariados modernos, que, privados de medios de producción propios, se ven obligados a vender su fuerza de trabajo para poder existir (Nota de F. Engels a la edición inglesa de 1888.)
[*2*] Es decir, la historia escrita. En 1847, la historia de la organización social que precedió a toda la historia escrita, la prehistoria, era casi desconocida. Posteriormente, Haxthausen ha descubierto en Rusia la propiedad comunal de la tierra; Maurer ha demostrado que ésta fue la base social de la que partieron históricamente todas las tribus teutonas, y se ha ido descubriendo poco a poco que la comunidad rural, con la posesión colectiva de la tierra, es o ha sido la forma primitiva de la sociedad, desde las Indias hasta Irlanda. La organización interna de esa sociedad comunista primitiva ha sido puesta en claro, en lo que tiene de típico, con el culminante descubrimiento hecho por Morgan de la verdadera naturaleza de la gens y de su lugar en la tribu. Con la disolución de estas comunidades primitivas comenzó la división de la sociedad en clases distintas y, finalmente, antagónicas. He intentado analizar este proceso en la obra "Der Ursprung der Familie, des Privateigenthums und des Staats" ["El origen de la familia, de la propiedad privada, y del Estado".] 2a ed., Stuttgart, 1886 (Nota de F. Engels a la edición inglesa de 1888. La última frase de esta nota ha sido omitida en la edición alemana de 1890.)
[*3*] Zunftbürger, esto es, miembro de un gremio con todos los derechos, maestro del mismo, y no su dirigente (Nota de F. Engels a la edición inglesa de 1888.)
[*4*] "Comunas" se llamaban en Francia las ciudades nacientes todavía antes de arrancar a sus amos y señores feudales la autonomía local y los derechos políticos como "tercer estado". En términos generales, se ha tomado aquí a Inglaterra como pais típico del desarrollo económico de la burguesía y a Francia como país típico de su desarrollo político. (Nota de F. Engels a la edición inglesa de 1838.) Así denominaban los habitantes de las ciudades de Italia y Francia a sus comunidades urbanas, una vez comprados o arrancados a sus señores feudales los primeros derechos de autonomía. (Nota de F. Engels a la edición alemana de 1890.)
[*5*] No se trata aquí de la Restauración inglesa de 1660-1689, sino de la francesa de 1814-1830. (Nota de F. Engels a la edición inglesa de 1888.)
[*6*] Esto se refiere en primer término a Alemania, donde los terratenientes aristócratas y los "junkers" cultivan por cuenta propia gran parte de sus tierras con ayuda de administradores, y poseen, además, grandes fábricas de azúcar de remolacha y destilerías de alcohol de patatas. Los más acaudalados aristócratas británicos todavía no han llegado a tanto; pero también ellos saben cómo pueden compensar la disminución de la renta, cediendo sus nombres a los fundadores de toda clase de sociedades anónimas de reputación más o menos dudosa. (Nota de F. Engels a la edición inglesa de 1888.)
[*7*] La tormenta revolucionaria de 1848 barrió esta miserable escuela y ha quitado a sus partidarios todo deseo de seguir haciendo socialismo. El principal representante y el tipo clásico de esta escuela es el señor Karl Grün. (Nota de F. Engels a la edición alemana de 1890.)
[*8*] Falansterios se llamaban las colonias socialistas proyectadas por Carlos Fourier. Icaria era el nombre dado por Cabet a su país utópico y más tarde a su colonia comunista en America. (Nota de F. Engels a la edición inglesa de 1888.) Owen llamó a sus sociedades comunistas modelo "home-colonies" (colonias interiores). El falansterio era el nombre de los palacios sociales proyectados por Fourier. Llamábase Icaria el país fantástico-utó pico, cuyas instituciones comunistas describía Cabet. (Nota de F. Engels a la edición alemana de 1890.)
[*9*] Este partido estaba representado en el parlamento por Ledru-Rollin, en la literatura por Luis Blanc y en la prensa diaria por La Réforme. El nombre de Socialista Democrático significaba, en boca de sus inventores, la parte del Partido Democrático o Republicano que tenía un matiz más o menos socialista. (Nota de F. Engels a la edición inglesa de 1888.)Lo que se llamaba entonces en Francia el Partido Socialista Democrático estaba representado en política por Ledru-Rollin y en la literatura por Luis Blanc; hallábase, pues, a cien mil leguas de la socialdemocracia alemana de nuestro tiempo. (Nota de F. Engels a la edición alemana de 1890.)


Por
K. Marx & F. Engels