Sí celebramos lo que debe ser llorado,
cuando tengamos que celebrar, lloraremos de dolor.
No quise escribir bajo el impacto de lo emocional sino que decidí esperar unos días para referirme a la marcha que en defensa de RCTV se hizo el sábado pasado. Hoy la quiero analizar bajo la perspectiva de la carga emocional para evaluar si la defensa de su permanencia entre nosotros, se está haciendo en la forma adecuada o sí, por el contrario, se están cometiendo los mismos errores que hizo la oposición durante tantos años.
La presencia de la alegría como emoción básica fundamental cuando se está defendiendo el derecho a las libertades fundamentales del pensamiento y de la expresión, hecha bajo la visualización general de esta emoción que indica que quien la tiene percibe que tiene las suficientes fortalezas para aprovechar las oportunidades, va en contra total del ambiente que se respira en la gente de la empresa y de los venezolanos demócratas que nos hace ver que sí bien se cuentan con grandes fortalezas de razonamiento y convicción, el ambiente no es el de una oportunidad, sino –por el contrario- de una constante y permanente amenaza y que, por lo tanto, la emoción preponderante es la del miedo y no la de la alegría.
Por otra parte, la alegría –tal cual pasa con muchos elementos importantes en nuestras vidas- puede ser buena o
mala, de acuerdo a su legitimación (el para qué se tiene), diciéndonos que la alegría mala es la superficialidad y la evasión mientras que la buena es la celebración. De acuerdo a esto, esta manifestación de alegría, se correspondía más con una evasión a la realidad contundente y dolorosa o es, la manifestación de una celebración que luce contradictoria puesto que se estaría celebrando en una fiesta colectiva de despedida, el cese de esta empresa emblemática para todos los venezolanos.
El miedo, que es la emoción que se genera cuando colocamos en la realidad una serie de fortalezas y capacidades que, sin embargo, se percibe, no logran neutralizar las amenazas que hay en el ambiente, es una emoción que bien utilizada puede generar las organizaciones necesarias para enfrentar con mayor seguridad las amenazas mientras que el que se usa en forma negativa hace que se busque un escape, una entrega o un hacerse el loco, que niegue la realidad amedrentadora que es, innegable y evidente.
Cuando se analiza esta nueva marcha "alegre", esperando un trágico final, la evaluación que hago es que se están utilizando ambas emociones en su parte negativa o en una contradicción que no se comunica como ambigua, sino como una paradoja muy definida. Las preguntas a contestar como pueblo son ¿Se celebran, en forma anticipada, la clausura de RCTV? ¿Se le está haciendo un homenaje a todo lo que ha dado y que ya no podrá dar más? ¿Se está evadiendo la realidad tratando de mostrar alegría para no confrontar el miedo y el dolor que producirá esta decisión del gobierno?
Lo que observé no es lógico, ni tan siquiera es ambiguo. Fue igual a las marchas de años atrás en las que para protestar, se utilizó la alegría, lo que generaba una disonancia emocional tan grande que no puede ser comprendida, ni porque quienes la hacían ni por quienes la veían desde lejos.
Una de la grandes conclusiones que hago, con mucho dolor, es que somos un colectivo, confuso entre la forma y el fondo de las cosas, que ha colocado en la alegría su razón de ser pero que, al mismo tiempo y en forma dramática, no encuentra las causas por las cuales, la alegría pueda ser auténtica y profunda, es decir, somos un colectivo que quiere estar, a cómo de lugar, alegre, sin que se encuentren las verdaderas causas para serlo y encontrando más causas para el dolor que en resumen es la mezcla de ira, tristeza y miedo.
La gravedad de lo que pasará a finales del mes que viene no es un motivo para celebrar y festejar, ni aún para rendir homenajes extemporáneos, a menos que se haga en forma consciente y dramática, estratégica, que no pareciera ser el caso por los antecedentes históricos.
Roberto de Vries 25/01/04
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