martes, 16 de octubre de 2007

Castillo Lara: el venezolano más grande de la historia contemporánea

De: Alejandro Peña Esclusa

Venezuela vive, sin duda, la crisis más grave de toda su historia, porque el actual régimen destruye los tejidos sociales, tergiversa la historia y acaba con la identidad nacional, con el objetivo de crear otro país, hecho a la imagen y semejanza de Cuba. El principal instrumento para los lograr estos fines es el terror: el uso de la descalificación, la mentira, los tribunales y hasta las armas, para aniquilar a quienes disientan del proyecto.

El Cardenal Rosalio Castillo Lara vivió en carne propia las presiones del Régimen, que trató infructuosamente de desprestigiarlo y de acallarlo. Pero Su Eminencia, guiado por su fe cristiana, hizo caso omiso de esas presiones y actuó de manera valiente y patriótica.

Cumpliendo con su deber de venezolano, Castillo Lara advirtió públicamente el peligro: “Nos encontramos en una situación de extrema gravedad como muy pocas en nuestra historia. Un gobierno elegido democráticamente hace siete años ha perdido su rumbo democrático y presenta visos de dictadura, donde todos los poderes están prácticamente en manos de una sola persona que los ejerce arbitraria y despóticamente; no para procurar el mayor bien de la nación, sino para un torcido y anacrónico proyecto político: el de implantar en Venezuela un régimen desastroso como el que Fidel Castro, a costa de tantas vidas humanas y del progreso de su nación, ha impuesto a Cuba”, dijo Su Eminencia el 14 de enero de 2006, en una homilía en Barquisimeto (1), el día de la Divina Pastora.

Cumpliendo con su función de sacerdote, Castillo Lara expuso los motivos espirituales de esta situación: “Nuestro Señor Jesucristo ha querido darnos una dura lección por nuestras infidelidades, por no haber sabido aprovechar los dones que nos dio de una naturaleza tan fértil y rica, de una población inteligente, trabajadora y generosa, y por no haber ayudado debidamente a los más necesitados y no haber vivido limpiamente nuestra fe cristiana”, dijo en la misma homilía.

Castillo Lara instó al pueblo a orar para superar la crisis: “Ante la triste situación que vivimos y ante el peligro de que, si el pueblo venezolano no toma conciencia de su gravedad y no se pronuncia categóricamente a favor de la democracia y la libertad, nos encontraremos sometidos a una dictadura de tipo marxista, vamos a pedirle, todos unidos, a la Divina Pastora, «¡Virgen Santísima, que en nuestra historia has manifestado muchas veces tu benevolencia y cariño por este pueblo, te pedimos que no nos abandones en este momento! Apóyanos, dulce Divina Pastora, a aprender la lección y danos a todos la claridad de la mente para conocer y evitar el peligro, y la fuerza para superar democráticamente este momento difícil».”

Pero, probablemente, el aporte más valioso del Cardenal en la crisis actual fue inspirar a los venezolanos, transmitiendo –con su actitud y con su testimonio– tranquilidad, confianza, esperanza y, especialmente, valentía. Su Eminencia jamás mostró miedo frente a las presiones del Régimen, porque su fe inquebrantable le hacía ver a las amenazas terrenales como lo que son: pruebas que se atraviesan en el camino hacia la eternidad.

Castillo Lara fue el compatriota que alcanzó los cargos más altos en el Vaticano, y eso ya es mucho decir, pero, sobre todo, fue el más importante líder espiritual del pueblo venezolano en los momentos más graves de su historia.

Para quienes sostienen una cosmovisión materialista, Castillo Lara simplemente ha dejado de existir. Pero ¡Cuán equivocados están! Su labor apenas comienza, porque desde el Cielo implorará al Señor Dios Todopoderoso y Eterno, y la Santísima Divina Pastora, para que se apiaden de los venezolanos y nos salven del totalitarismo marxista.

En cuanto a nosotros, la mejor manera de agradecer a Dios el habernos regalado la presencia de Rosalio Castillo Lara, es continuar luchando, como lo hizo él, con humildad, con confianza, con firmeza y con valentía. Y además, comprometernos con nosotros mismos a experimentar una profunda conversión, que nos lleve, de ahora en adelante, a “ayudar a los más necesitados y a vivir limpiamente nuestra fe cristiana”, como nos lo pidió el Cardenal.

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(1) http://www.analitica.com/bitblio/castillo_lara/homilia.asp

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