Francisco Alarcón /diario 2001
Cuántos reveses más tendrá que sobrellevar la oposición venezolana para que renazca una fuerza vigorosa, capaz de rescatar la democracia y el estado de derecho en Venezuela. Será hasta el momento en que sepan conjugar todas las formas de lucha. Es lamentable y casi increíble mirar como en pocos días ese movimiento “poderoso” que, se consolidó en torno a una candidatura opositora, hoy parece pulverizado y con intereses encontrados entre los grupos políticos que lo constituyeron.
Gente con apariencias desvaídas y casi desmoralizadas es la que nos topamos a diario, buscando y buscando respuesta a lo ocurrido el 3 de diciembre. Quedando claro que la disidencia rebasó a los supuestos líderes, descubriéndoles “fehacientemente” sus invariables dobleces. No obstante, no todo será pérdidas y llegará lo que tiene que llegar. Así como Hugo Chávez pisa el acelerador de su “revolución” en plena Navidad para acorralarlos con su partido único y pretensiones de imponernos su comunismo del siglo XXI; la contraparte deberá dar respuestas a cada uno de sus planteamientos en el campo que corresponda.
Nada estará sepultado en la disidencia mientras esté convencida de la necesaria depuración, dejando a un lado a quienes declinaron el 3 de diciembre, situándoles donde les atañe. Entretanto construirán diferentemente una red solidaria, con mayor fortaleza que las rúbricas del Internet. Con presencia en las calles, con planteamientos concretos, desechándose de las políticas de los retiros. Trasladándose a los campos abiertos, abarcando todos los rincones de Venezuela: ninguna idea debe quedar en su embrión; revitalizando los nervios innovadores de libertad.
No fallecerá una disidencia, mientras ésta reconozca sus errores y los corrija, acogiéndose a su verdadero rol histórico; disidencia, seremos todos los venezolanos a partir del 2007, cuando tendremos de frente a un contrincante único y con pretensiones avasallantes. Un régimen que contradice la idiosincrasia del venezolano y en contraposición con el progreso del país no puede ser de buen pronóstico.
Siendo un gobierno incapaz y en deuda con la población, deberá tomar su responsabilidad ante las demandas sociales, trabajo, vivienda y seguridad; esto le corresponderá a Chávez para los próximos días. Además deberá enfrentar sus propias desavenencias, a quienes creyeron que el comunismo era cuestión de ambages y que los billetes les seguirían fluyendo profusamente, dándose cuenta que la realidad es otra. Las misiones o se transforman en verdaderas ayudas sociales o los chavistas se amotinarán.
Veremos cuál será la reacción de los venezolanos frente al “trabajo voluntario” y a otras “cosillas” que aparecerán. La disidencia no se desvanecerá en las zarpas de la satrapía, emergerán nuevas situaciones que obligarán a los venezolanos democráticos a unirse monolíticamente. No estaremos perdidos quienes mantengamos nuestros valores en alto, siempre labrados frente a un comunismo hosco y en evidente réplica a la libertad. Con un Chávez que acaba de inflingirle la más grande derrota a sus propios seguidores, obligándoles a constituirse en un partido único y sectario. Pronto veremos los resultados con una dilatada diáspora y anarquía en los grupos no consolidados que integraron el MVR. Adelante conciudadanos, vendrán nuevos espacios para la lucha con esa red solidaria que es Venezuela, renacerá la esperanza, aún en tiempos de hondo desencanto.
Veremos otra vez como se cohesiona la disidencia, con voluntades autenticas y leales a la patria. El 2007 no necesariamente tiene que ser un año de desesperanza, dejemos que las cosas arranquen y ocupemos nuestra responsabilidad republicana cada vez que, Venezuela lo reclame.
Sobre nuestros hombros está el compromiso de rescatar la libertad. La sociedad civil seguirá alerta y vendrán nuevos aliados, la disidencia estará en creces y más nunca en merma. Se “consolidará la unión” y volveremos a ser lo que siempre fuimos, un país henchido de dignidad.
¡FELIZ AÑO!