Valencia, 2 de Agosto de 2007
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Editorial Notitarde C.A.
Reflector
Santiago Rodríguez
Recientemente el presidente Hugo Chávez, en su programa "Aló,
Presidente", llamó a desconocer a la cúpula de la Iglesia Católica en
el país y pidió a sus partidarios plegarse a la teología de la
liberación. De allí, vale la pena preguntarse: ¿Qué pretende lograr
el Presidente con este tipo de ataques contra la Iglesia y sus
miembros?
Algunos analistas afirman que el show forma parte del vetusto libreto
del marxismo; los comunistas sostuvieron que la religión es el opio
de los pueblos, porque les adormece con la promesa de la
bienaventuranza para impedirle ver las injusticias de la vida terrena
y reaccionar ante ellas. Por otra parte, el maestro de nuestro novel
revolucionario, Fidel Castro, ha disparado en reiterados discursos
severas críticas a la conducta de la Iglesia Católica en el proceso
de la conquista española y a las persecuciones de la inquisición.
Lo cierto es que la teología de la liberación recordada por el
Presidente, causó problemas internos muy graves a la Iglesia Católica
latinoamericana. Un importante número del clero se adhirió a los
conceptos marxistas-leninistas y trabajó en conjunción con los grupos
de izquierda a favor de los movimientos revolucionarios. Hubo varios
de estos casos en Latinoamérica. El más reciente fue el del Ejército
Zapatista de Liberación Nacional de México, que en enero de 1994 se
levantó en armas contra el gobierno del presidente Carlos Salinas de
Gortari en el estado de Chiapas, al suroeste del país azteca.
Tres son las razones del enfrentamiento de Chávez a nuestra Iglesia
Católica. En primer lugar, sabe que la polarización le da buenos
resultados, inventa y confronta a un supuesto enemigo, el cual se
convierte en el culpable de la corrupción en todos los niveles del
Gobierno, de la ineficiencia de la gestión, de la altísima
criminalidad y del colapso del sistema de salud pública, no es él,
sino, el enemigo apátrida, "cachorro del imperio", el culpable de
todos sus fracasos.
En segundo lugar, como buen militar sabe camuflar sus intenciones, la
idea es crear una cortina de humo y desviar la opinión pública sobre
temas importantes como por ejemplo la reforma constitucional,
específicamente la reelección indefinida.
Por último aplica una de sus estrategias preferidas, el principio
militar de dividir al enemigo para vencer. Chávez sabe que la Iglesia
Católica posee una indudable autoridad moral en nuestro país. Cuando
hablan los obispos, o la Conferencia Episcopal, suele ser tomado muy
en serio por todos los venezolanos.
No me queda la menor duda de que el plan es dividir a la Iglesia en
dos partes, la "Iglesia popular" y la Iglesia oligárquica, importando
a nuestra tierra las sesentonas comunidades eclesiales de base. Estas
organizaciones existieron en los barrios marginados de las ciudades
de América Latina, dedicados a lectura de la Biblia, a la oración, a
la ayuda pastoral a los pobres y en la mayoría de los casos a la
acción política. La formación de las comunidades de base respondió
originalmente a la necesidad de suplir la escasez de sacerdotes que
sufría la Iglesia. êsta fue su misión originaria, pero después
progresivamente fueron promoviendo protestas y terminaron por asumir
un claro papel político junto a las fuerzas de la izquierda.
Estas comunidades de base fueron fuertemente combatidas por del
Vaticano, por apoyar en nombre de Dios a grupos insurgentes en
Nicaragua, Perú, Salvador, Brasil y Colombia. Quizás lo que no le han
informado al presidente Chávez, es que fue precisamente el cardenal
Joseph Rartzinger, hoy su Santidad Benedicto XVI, el que estuvo al
frente de la Sagrada Congregación de la Doctrina de la Fe,
combatiendo a la izquierda marxista de la teología de la liberación.
jueves, 2 de agosto de 2007
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